domingo, 26 de noviembre de 2017

         

                               RESENTIMIENTO        


La historia de la humanidad es una constante lucha de superación por el entorno, para consigo mismo y muy especialmente, hacia los sentimientos que le despierta su opuesto sexual .
Hombre y mujer, sostienen ya desde el inicio de los tiempos un vínculo extraño entre ellos, que les cautiva al tiempo que les repele. Y aunque unos y otros hayamos hecho de esa unión, la base y el propósito de nuestra existencia, seguimos sumidos en un resentimiento mutuo y ancestral, que es capaz de manipular, herir, insultar, despreciar y asesinar al otro, tan solo por mantener ese vínculo intacto. ¿Habrá que revisar ese vínculo?

¿Que poderosas razones hay para ese menosprecio? y ¿Siente el hombre el mismo tipo de rencor hacia otro hombre, que hacia una mujer?
Y es aquí precisamente donde me quiero detener. Si los valores masculinos positivos por excelencia son la valentía y la razón analítica y suspicaz, que le han llevado a desvelar los grandes misterios del universo, entre otras cosas..... ¿Porque es él quién más violenta y agrede a seres humanos, que están en inferioridad de condiciones físicas, como las mujeres o los niños? ¿Porque no utiliza su osadía y su inteligencia para desahogarse con quienes si pueden competir en igualdad y fuerza? 

El hombre resentido tiene dos grandes temores, que son precisamente los que alimentan su rencor hacia la mujer, y son; su animadversión hacia la homosexualidad y/o a la posibilidad de descubrir en él cualidades femeninas, y a la seducción femenina no pro activa, que es la que expresa una mujer por el mero hecho de serlo y que excita al hombre incomodándolo, puesto que ella no siempre busca consumar una relación sexual, sino simplemente actuar conforme a su naturaleza femenina.             

Cuando un hombre no supera estos miedos, desprecia a quienes le hacen sentir miserable, pero antes de aceptar algo así, prefiere lanzar su enojo hacia aquellas personas a quienes no ve como rivales y con los que sí puede mostrar su falsa gallardía masculina, sin salir apaleado.

Entonces el hombre utiliza sus armas para combatir su resentimiento, que son la fuerza bruta o su capacidad de razonar las emociones y sentimientos, Al hacerlo aparta su sensibilidad y emocionalidad de sus actos, despojándolos de cariño, fraternidad y compasión. No siente empatía, porque solo le importa su razón y sus razones. 

La mujer ante este panorama poco puede hacer para defenderse, ya que sus cualidades son opuestas a las de él. Ella es pura inteligencia emocional que cuando se desequilibra, por vivir rodeada de valores patriarcales, se convierte en  una mujer culpabilizada, victimísta o sumisa, Y en estos casos, la mujer confunde su innata capacidad de cuidar con la de sacrificarse. Si las cualidades de una mujer por excelencia son; seducir, cuidar y amar, entre otras cosas, ¿Cómo puede ser fiel a su propia identidad, si el hombre y la sociedad menosprecian sus cualidades, porque no coinciden con las de ellos? ¿No es algo que desquiciaría a cualquiera?

Continuará......


Margarita Basi. 

            

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