Siempre me han interesado y conmovido las
experiencias que mueven lo escondido,
censurado y reprimido que habita en todo ser humano.
Nos es tan fácil determinar los fallos y defectos (y
casi siempre acertamos) de los demás, que si hiciéramos lo propio con los
nuestros otro gallo cantaría…. Y eso es así porque al juzgar o criticar
actitudes en los otros, nos estamos liberando y disculpando de las responsabilidades y errores que nos lastiman
y no deseamos afrontar.
Ver el error, la mancha, la enfermedad, la locura,
la inmoralidad, la infidelidad, la adicción, la perversidad ajena, es mucho más
satisfactorio, cobarde e irresponsable que ver la propia.
Olvido Hormigos es una mujer como otras que es
víctima y verdugo a la vez.
Víctima porque se ha creído el cuento chino del
matrimonio y debido a sus debilidades y traumas no resueltos, se desahoga y
libera de éstos, faltando a las normas éticas y morales del matrimonio, con la
consabida reacción de una sociedad hipócrita y farisea. Verdugo porque con su
actitud, aunque sin ser consciente de ello, (pues se puede amar y hacer daño a
la vez) lastima a sus seres queridos y a ella misma.
Me gustaría hacer una reflexión, que bien seguro
levantará ampollas sobretodo en el género femenino:
Una aclaración antes de plantear mi pregunta. Las
personas que se venden por dinero no suelen estar bien vistas. Sin embargo
tanto sean prostitutas como chaperos, gigolós, caza fortunas etc… O buenas
esposas (Que cumplen a raja tabla con sus deberes matrimoniales pero que a
cambio permiten que su marido las mantenga económicamente, las procure
posicionamiento social o les llene su vacío emocional que las impide no
sentirse satisfechas sin un hombre a su lado). Eso sino las subestima o
maltrata, a veces. Todos y todas ellas dan algo suyo para conseguir sus
intereses de los demás.
¿Qué diferencia hay entre alguien que vende su
cuerpo, libremente y sin coacciones de ningún tipo durante un tiempo limitado,
de aquel otro que vende su libertad, su autoestima, su grandeza como ser humano
durante toda o gran parte de su vida?
Casi todos nos
hemos vendido, en alguna relación tóxica con parejas, amigos e incluso
familia, renunciando a ser auténticos y honestos con nosotros y nuestro
entorno. Quizás no hayamos caído en la infidelidad o en una adicción pero si
hemos aguantado “por amor” desplantes, desprecios y mucho sufrimiento y culpa.
El daño colateral de todo ello es el mismo:
Dolor y sufrimiento para con nosotros y nuestros
seres queridos.
Si alguien estuviera libre de pecado no nos tiraría
piedras a los que somos pecadores, porque sabría bien que
ser humano significa caer y caer en la misma piedra. Y nos diría que solo nuestra valentía y la generosidad de los demás, nos
ayudaría a cambiar nuestras creencias y
a empezar a transformar esas piedras en caminos hacia una existencia libre de
culpas y falsos mitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario