domingo, 25 de enero de 2015


                              MIENTRAS LOS HOMBRES INTENTAN
                    MANTENER LO QUE AUN LES QUEDA
                    DE SU IDENTIDAD MASCULINA......






1- Se esfuerzan y trabajan duro para compartir tareas y responsabilidades con sus compañeras mujeres, en un mundo laboral común.
En principio lo suelen llevar bien ya que la mayoría de las mujeres no suelen ocupar puestos o cargos superiores a los de ellos, a lo sumo de igual rango.
Sin embargo en los casos en los que el hombre tiene el mismo puesto que sus compañeras, éstos habrán de realizar un doble trabajo; el de ajustar su tendencia natural  paternalista, dogmática y a veces algo dominante, con el fin de mostrarse dóciles, afables, cooperadores y hasta serviles. Esto en sí mismo es bueno pero mantenerlo ocho horas al día durante cinco días a la semana, acaba desgastando la identidad masculina. 
En los casos en los que el hombre tiene un puesto de mayor posición y responsabilidad laboral que la mujer, también tendrá que ser cauteloso y preocuparse doblemente; primero en ser un "buen jefe" para todos y segundo no dar indicios de excesivo liderazgo y contundencia en sus alegatos a las mujeres que están por debajo de él, ya que dependiendo de la irascibilidad de alguna fémina, y solo en algunos casos, ésta podría hacerle algún reproche o incluso acusarle de acoso laboral.  
 
Por ello el hombre mantiene un continuo reajuste de su masculinidad casi inconsciente, con el que va poco a poco perdiendo parte de sus cualidades viriles, para poder adaptarse a este nuevo paradigma que es: "el hombre maternalizado". 
Evidentemente que en algún aspecto esto es positivo para todos, pues  dulcifica su carácter y aprende a expresar sus sentimientos a través del cuidado de los hijos. Sin embargo este acomodamiento no encuentra desahogo ni vía de escape apta, que le sirva al hombre para compensar ese tremendo esfuerzo y estrés, y así poder recomponer su identidad masculina. 
   
2- Mientras los hombres intentan mantener a flote su identidad, integrándose cada vez más en el mundo femenino no encuentran fácilmente el equilibrio necesario para mantener a la vez esa unión con lo femenino y con sus señas de identidad:
Al perder parte de sus valores viriles se sienten cada vez más débiles para reivindicarlos y recuperarlos. 
Es por ello que muchos hombres una vez casados o en pareja empiezan a perder a sus amigos de siempre, a dejar sus aficiones o deportes favoritos a un lado, aquellos que les desfogaban y restauraban física, emocional y anímicamente para volver al hogar llenos de energía viril positiva.
Incluso en casos dramáticos algunos hombres llegan a perder el sentido común más elemental, dejando que sus parejas influyan en decisiones tan trágicas como son alejarse o romper con sus propias familias.

3- Mientras los hombres intentan mantener a flote su identidad masculina, están descuidando valores y cualidades imprescindibles en el mantenimiento de su equilibrio personal como son: su parte humanista, solidaria y emocional porque siguen compitiendo por la mejor posición social y económica lo que les lleva a generar un bucle y circulo vicioso del que es muy difícil salir. 
Esta dependencia o adicción al poder, al trabajo, a estar ocupado y ser productivo como casi y único objetivo de vida, aumenta exponencial mente por cada mujer que sigue prefiriendo a un hombre más por su poder económico y social, que por su poder emocional y solidario.
Además el estrés del hombre proveedor se ve intensificado si cabe, por la sospecha e inseguridad de los verdaderos sentimientos que su pareja tiene hacia él. Eso mina no solo su relación afectiva sino que a la vez desvirtúa y convierte en más debilitada o agresiva su ya frágil masculinidad.
La consecuencia más terrible de ello es la violencia en las relaciones de pareja y/o paterno filiales. 
El hombre que siente miedo porque ve peligrar su estatus masculino: su reputación por una infidelidad, sus privilegios o comodidades por problemas económicos etc... Y no es responsable ni maduro, buscará  un objeto al que culpabilizar siendo casi siempre y paradójicamente sus "seres queridos" físicamente  más débiles quienes reciban los golpes.  

Dejo esta pregunta en el aire a mis lectores: 

¿Creéis que el modelo social, político, económico y familiar actual es propio de una sociedad justa, libre, solidaria y madura?
Y si es que no, 
¿Nos sentimos en parte responsables de ello pero miramos hacia otro lado dejando nuestras vidas en manos de quienes solo desean poder? 
Y si la respuesta es si.
Entonces no os quejéis ni critiquéis a vuestros gobernantes corruptos, ni a los adúlteros, ni a los calzonazos, ni a los mal tratadores, ni a los trepas, ni a las madres que abandonan a sus hijos, ni a las "caza fortunas", ni a las madres primerizas que vuelven al trabajo enseguida de haber parido, ni siquiera a los fanáticos terroristas vengan de donde vengan y defiendan las ideologías que defiendan. Porque TODOS hemos y estamos contribuyendo de alguna manera, mirando hacia otro lado, a mantener una sociedad así y de la que también nosotros somos responsables.           

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