jueves, 13 de abril de 2017



                         EL LIBRO QUE SALVÓ MI VIDA.  


Leo para aprender y disfrutar. Y escribo para sobrevivir a mi misma. 
Todo libro es una ventana a lo inesperado, a la incertidumbre, al vacío insondable con el que un buen escritor, tarde o temprano, va a tener que enfrentarse. Y con el que cualquier lector minimamente sensible, se verá identificado. 
Un libro tiene vida propia, porque condensa entre sus juguetonas páginas, no solo una trama, una historia, o una vivencia emocional. Sino que además desprende la personalidad y el aroma de la persona que lo escribe, junto con los personajes a los que da vida. 

Hay tantos libros como estilos de personas existen. Los hay populistas, excesivamente eruditos (cuyo exceso de datos e información aburre más que estimula el aprendizaje), originales y novedosos pero sin estructura literaria....
Pero lo que hace que un libro me atrape, es su capacidad de conmover y remover mis emociones. Incluso si se trata de un ensayo filosófico.
Los libros no solo son necesarios para la transmisión de la cultura, de la historia, o de todas las artes y ciencias que los seres humanos somos capaces de desarrollar.

Los libros también son el medio por el que el escritor, trata de comprenderse a si mismo. De sobrevivir en un mundo que se le antoja, a veces, cruel, burdo y sin sentido.
Sin embargo, cuando el escritor desmenuza ese mismo mundo en letras y en palabras, que con sosegado ensimismamiento, van tejiendo una red fantástica pero implacable de vivencias que le atraviesan el alma. Consigue vislumbrar aunque sea por unos instantes el  sentido de su vida. 

Así es como los buenos libros, nos dan la oportunidad de tocar con nuestros sentidos más íntimos, los rincones oscuros y hasta dramáticos de las vidas de quienes las exponen en sus libros. 
Algo que para mi, es uno de los regalos mas bellos que un ser puede hacerle a otro.

Existen los libros porque hay sufrimiento y deseo. 
Cuando el hombre y la mujer dejen de sentir curiosidad por aprender y por sentir. Y se abandonen en el confort que emana la certidumbre absoluta, encogiendo sus cerebros hasta el punto de que les sea más placentero, vivir las vidas de los demás sentados delante de su ordenador, que salir al mundo impredecible, agresivo y caótico. Pero al fin y al cabo humano.
Entonces los libros desaparecerán de la faz de la tierra, porque ellos son la expresión más audaz y valiente, de la creatividad y emocionalidad humana. 


Margarita Basi.

     
      

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