sábado, 25 de junio de 2016


                             LA ESENCIA DEL AMOR

                                  NO TIENE SEXO


Cierra los ojos e imagina a aquella persona hombre o mujer, que más consiguió transformarte, trastocarte, trascenderte y hacer que te sintieras mejor persona que antes de conocerla. Con quién te sentiste el ser más vulnerable en la faz de la tierra.

Ahora quedate mirándo a ese ser, frente a frente, ambos esbozais una leve sonrisa mientras un escalofrío de energía amorosa os invade el alma. En ese momento os dais la mano y os acercais casi tan cerca uno del otro, que vuestros labios casi se rozan. Pero de repente, el ser al que amasteis o seguis amando, poco a poco va transformandose en su opuesto sexual. 

Es decir que la mujer que teneis delante va cambiando tan solo su fisionomia femenina a otra más masculina y viceversa.

Es solo  un cambio físico y visual. Por lo que el brillo que solían tener sus ojos, la expresión inconfundible de su rostro que hablaba sin decir palabra, o la ternura sensual con la que nos cogia la mano y acariciaba nuestra piel se mantienen intactas.

Por unos istantes quedamos confundidos y sorprendidos no solo por la incomprensible mutación de nuestro amad@, sino por seguir sintiendo el mismo ardor, deseos y complicidad que teníamos juntos cuando su sexo era otro.

Pero inmediatamente nuestra mente racional, esquemática, juiciosa y cobarde, nos asalta y reprime como una guillotina que cortará de raiz, esos sentimientos que para la razón, son inexistentes, inmorales o simplenmente no son amor.

Con esta reflexión no pretendo hacer una teoría de las ventajas de las relaciones amorosas entre homosexuales o bisexuales, que  las tienen. Eso lo dejo para  otro blog.

Lo que intento expresar con este sencillo ejemplo, es que el amor  verdadero, puro, genuino, auténtico y esencial. Está en nuestro interior siempre, y cuando es despertado por alguien especial para nosotros, con quién compartimos la misma esencia de energia amorosa, es preciso que cuidemos y mantengamos esas sensaciones vivas y las enriquezamos compartiendo momentos pequeños, contemplativos y solo nuestros. Para ello el sexo no es nisiquiera necesario. Aunque parezca mentira, en una época donde el sexo se banaliza tanto como  se idolatra, es precisamente su mal uso tanto en exceso como en defecto el que obstaculiza en los amantes, las sensaciones primigenias, sutiles, casi invisibles, que solo la quietud, la paz interior y la conexión empatica entre ambos pueden lograr.

La pasión no solo se expresa en el acto íntimo, erótico y sexual de la carne.  El ardor sentimental y emocional también deben nutrirse. La confusión y para mi modo de ver, la lenta agonía del verdadero amor, es creer que nutrir nuestros sentimientos por el ser amado se hace a través de actos de sacrificio en compensar los intereses con que éste me  gratifica, y por supuesto teniendo sexo. Que es el mejor termómetro para mantener viva una relación amorosa.

El sexo debería ser el vehículo de expresión de los más bellos y mágicos sentimientos que un ser humano puede tener hacia otro, y no la forma principal de hacer que éstos surjan de nuestras almas , porque entonces lo que surgirá no será amor.

Será otra cosa.


Margarita Basi.

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