lunes, 1 de agosto de 2016


                      LA ACCION RAZONADA O SENTIDA.

 

No nos gusta etiquetar, comparar o encasillar, pero lo hacemos casi siempre. Nuestra razón, ética o moral nos dicen que no nos dejemos llevar por ese hábito censurable e inflexible que gusta de ordenar, clasificar y buscar repuestas afines a nuestras creencias y juicios, aún sabiendo que podemos equivocarnos.

El ego humano es un potente seductor, que llega a creerse sus propias mentiras tan solo para justificar su razón. Como si ella fuera un escudo protector ante las innumerables posibilidades y puntos de vista que encierra un mismo hecho. ¿Protegiéndonos de que?

Quizás de asumir nuestra ignorancia en algunos aspectos de la vida. O simplemente nos mantiene ciegos y por lo tanto seguros, ante el propio desafío de la existencia: No hay verdades, ni grandes ni pequeñas porque lo que hoy es una evidencia, mañana puede tornarse una falsedad. Porque los ojos y el corazón con los que cada ser humano observa un acontecimiento, son únicos.

Así pues la experiencia que cada ser se lleve de su propia interacción con el mundo, es distinta en cada persona.

¿Es nuestro ego tan egoísta, ignorante y prepotente como para creer que solo éste o unos cuantos como él, están en posesión de la verdad? Y lo peor de todo, ¿Que por tanto pueden decidir a su antojo lo que consideran mejor para otra gran mayoría de seres humanos como ellos?

Hay un exceso de razón y razones en las personas, y especialmente en aquellas que dirigen la política, economía y finanzas de nuestras sociedades. Y como resultado de esto, una falta de acción inmediata, solidaria y compasiva, de quienes se supone han jurado y se han comprometido, a cuidar y defender los derechos más elementales de los ciudadanos.

Las razones se pierden en el tiempo, pues deben ser pensadas, planificadas, contrastadas, tomar distancia de ellas, demostradas, expuestas públicamente etc...

Para cuando todo esto se ha realizado, la causa por la que la razón se puso a pensar, ya ha desaparecido, o alguien a quedado desprotegidoy sufriendo las consecuencias de la abstracta razón.

Sinembargo la acción impulsiva, instintiva e inmediata, puede que no consiga llegar a todas las personas que la necesitarían, o no consiga arrancar de raiz las causas de un problema o situación concreta. Pero lo que con toda seguridad logrará es, apaciguar y confortar algunos espiritus a punto de naufragar en las turbulentas aguas de la injusticia, la frialdad y la neutralidad pasiva, que controlan hoy día nuestras vidas.

Ofreciendo la compasión, el cuidado y la cercanía que antes de cualquier tipo de razonamientos, necesita quién está al limite y desesperado. 

Lamentablemente así es como muchos seres humanos se sienten hoy día. Y en lugar de actuar con prontitud y urgencia, no importa si es colaborando en un centro de acogida para personas en exclusión social o simplemente denunciando esta situación a través de concienciar a nuestros hijos. 

Aquellos quienes tienen más poder para ofrecer mayores muestras de apoyo y solidaridad, el "establishment", se repliega y escuda con grandilocuentes medidas y estrategias humanitarias, haciéndonos creer que su verdadera intención es ayudarnos, cuando lo único que les mueve es la pasiva impotencia, que es lo único que surge cuando dejamos que la razón solucione aquello que tan solo el corazón, tiene capacidad de subsanar.    

 Margarita Basi.

 

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