sábado, 3 de diciembre de 2016


                                                                                                            NARCISISMO SILENCIOSO


Mi próximo libro al que quiero titular; "Los hijos de Narciso", es un reconocimiento hacia todos los hijos e hijas de narcisos.
Pero sobretodo, a aquellos que por suerte no recibieron de sus progenitores ni palizas, ni agresiones verbales, ni desprecios explícitos, ni ninguna acción visualmente agresiva y violenta.

Estos hijos de narcisos silenciados, han nacido en familias normalmente con una buena situación económica, (un narciso difícilmente se sentirá cómodo en un entorno humilde y austero) en cuyo seno, recibirán todo lo necesario para desarrollarse externamente: buena educación, alimentación equilibrada, objetos materiales para cubrir las carencias afectivas, vida social muy activa y cualquier cosa de alcance material, que demuestre el poder insaciable del progenitor narcisista.  
Sin embargo estos niños no pueden recibir el reconocimiento emocional, que como seres humanos únicos y genuinos, necesitan expresar y validar con sus padres.
Un narcisista no puede empatizar nunca. Ni siquiera con sus hijos. Así que solo podrá ver en su hijo una prolongación de sí mismo y por tanto, a un ser nacido para contentarle y devenir quién él (el narciso), desea.
Las consecuencias emocionales, psicológicas y hasta físicas son devastadoras, para la auto confianza, seguridad y autoestima del hijo de un narcisista. Porque al no sentir ni ver que su progenitor invalidado emocionalmente, le reconoce sus deseos, sus emociones y sus habilidades propias y diferentes a las de éste, el hijo de narciso no tendrá acceso a construir una buena y consistente identidad. Quedando perdido en un limbo emocional, a expensas de los va y vienes que la vida tiene a bien regalarnos.

Todos ellos tienen en común el miedo a la vida, a vivir, a relacionarse, a sentir, a pelear por sus sueños. 
Algunos desarrollarán una timidez enfermiza que puede rozar un desequilibrio de espectro autista. Otros vivirán sin freno y con desenfreno, buscando en las drogas o en las relaciones personales tóxicas, el recuerdo del dolor que sintieron en su infancia y que ahora ya adultos, tampoco quieren abandonar. Porque se han acostumbrado a él.
Habrán otros que aunque sin identidad propia ni autoestima, se revelarán contra el narciso que les dio la vida, porque su carácter será luchador y agresivo. De ellos solo unos pocos conseguirán dejar atrás el rencor, la culpa y la rabia hacia el mundo y hacia ellos mismos. Y lograrán compadecerse de unos padres que nunca le amaron, pero no por maldad sino por incapacidad para sentir.      
Algunos pocos se unirán al enemigo y se convertirán en narcisistas. Al fin y al cabo un hijo de narciso ha de aprender a amar y a aceptar a su progenitor. Y al hacerlo, puede quedar atrapado en él.     

Todos y cada uno de estos hijos de narcisos, suelen haber tenido todo lo que podría soñar un niño. Así es como los demás los ven.
Sobretodo si quién trata y se relaciona con estos niños ya convertidos en adultos, es una persona que no ha tenido acceso a los bienes materiales y a la vida opulenta que muchos de los hijos de narcisos suelen tener.  

Así los herederos de narciso no solo han de superar y sufrir las consecuencias emocionales que acarrean, sino también el silencio al que se suelen ver abocados, al no poder hablar abiertamente de sus carencias afectivas o de sus sensaciones por no sentir que forman parte del vinculo, que siempre existe entre miembros de una familia, cuando ésta ha nutrido emocionalmente a sus vástagos.  

La sociedad lamentablemente necesita pruebas físicas que desgraciadamente el narcisismo encubierto y silenciado, no hace visible. Pero que ineludiblemente, dejan una cicatriz honda y profunda en el corazón del hijo de narciso.


Margarita Basi.
      

    

                     

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