viernes, 28 de agosto de 2015



                      EL VERANO ES PARA ABURRIRSE

Que mejor momento que unas vacaciones largas para poner en practica algo que para muchos, es ya tan solo un vago recuerdo de la infancia: aburrirse.
El aburrimiento sentido y consentido es el regalo más preciado que la vida puede darnos, porque nos pone en contacto directo con nosotros mismos; con nuestros anhelos, recuerdos, sentimientos y vida interior. 
Nos han hecho creer que quién se siente aburrido es alguien poco productivo, vago y en definitiva no competente. ¡Falso!   
Quién es capaz de sentarse y mirar por la ventana recreándose en el propio acto de no hacer nada más que eso, quién puede retirarse cada día unos minutos del mundo y dedicar ese tiempo a respirarse y a sentirse, quién tiene el poder de sentir placer tan solo con darse cuenta de que no necesita llenar el día con mil cosas, la mayoría vacuas y superficiales para sentirse vivo. Es una persona  grande, libre y feliz.
Aburrirse es ser consciente del vacío externo y de la grandeza propia del individuo. Es un aviso que nos llama a explorar nuestro propio y sagrado laberinto personal, al que no estamos habituados a penetrar.
Las vacaciones de verano son un momento ideal para aburrirnos y recrearnos en el silencio, en la pausa, en la inutilidad práctica, y en aquellas sensaciones  que si no fueran por el aburrimiento, pasarían desapercibidas por nuestros sentidos saturados y sordos.

Aburrirse es bello, porque escuchas sonidos que antes no oías, porque ves cosas que antes no percibías y porque relaja tu mente hasta el punto de no poder soportarlo. 
Esa es la señal que nos indica que no estamos preparados para estar con nosotros mismos en silencio y a solas. Por esta razón el aburrimiento no está de moda ni es un valor en alza.

Pero para mi es una fuente inagotable de satisfacción y placer.
Seguiré aburriéndome mientras pueda.


Margarita Basi.  
  
   

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