jueves, 5 de enero de 2017




                      AMOR CIEGO, AMOR VERDADERO.



Estos primeros días del año en donde todos, unos más que otros, tratamos de hacer balance sobre aquellos propósitos y deseos muchos ya olvidados, con los que empezábamos la andadura de un nuevo año que ya quedó atrás.  
Me viene como flecha de Eros, un sentimiento al que llamamos amor, y que nada tiene que ver con el que me enseñaron a apreciar y a reconocer como tal.
Me dijeron que para amar había que enamorarse antes. Una vez la flecha de cupido vaciaba en el ser amado todo su elixir hipnotizante y con él tocábamos el cielo de los Dioses, y no por amor precisamente sino por el colocón de agentes químicos que invadían nuestro cerebro. Bajábamos velozmente a la tierra, sin paracaídas, dándonos una serie de golpes con los que íbamos recuperando la cordura y el sentido de nuestra realidad.
Y en ella ni nosotras eramos Diosas ni ellos Dioses del Olimpo del amor. 
Después, aquellos que por alguna extraña razón se habían creído el discurso de que el amor es sacrificio, entereza, compromiso y mucha, muchísima paciencia. Malvivían en la intimidad de un hogar pleno de falsas esperanzas, promesas incumplidas, gritos de culpa o abnegación. Mientras de cara a la galería esbozaban la mejor de sus sonrisas y un falso gozo que a veces, ayudaba a sobrellevar el día a día.
Muchos siguieron así. Creyendo que el amor era aguantar los defectos del amado con resignación y sacrificio, ( sobre todo ellas) y mantener el tipo haciendo creer a la parroquia que uno no podía ser más feliz. 
Yo a mis 52 años recién cumplidos, he comprendido finalmente el sentido del verdadero amor. Y lo curioso del caso es que lo he hecho sin vivir aún la experiencia.
¿Será que el universo a escuchado mis deseos para este año 2017? 

El amor verdadero es ciego, y no porque mientras estamos enamorados, no podemos ver más que las cualidades, incluso inexistentes de nuestro ser amado y nada más.   
El amor verdadero es ciego, cuando sin estar narcotizado por Eros, uno es capaz de sentir amor, compasión, admiración, placer, entusiasmo, cordura, generosidad y pasión sexual hacia su amado-a. Sin ni siquiera notar ni importarle lo más mínimo, las cualidades o defectos de esa persona. Porque una vez has abierto tu corazón a alguien sin la ayuda de cupido, tu amor es libre y genuino como tú.
Y puedes mostrarte a tu ser amado, tal y como tu eras antes de amarlo, sin sentirte obligado a ser nadie más que tu mismo.

Pero jamás encontrarás a alguien que te ame así, si tu antes no cambias tus creencias obsoletas y retrogradas sobre el amor. Y sobretodo dejas tu miedo y pánico a amar de esta manera.

Claro que también hay que pensar antes una cosa muy importante: Un amor así, te obliga a ser responsable de tus sentimientos, emociones y vida en general. Y a mantenerte libre y desapegado de aquellos aspectos que tu pareja debe solventar por si solo-a, sin tu presencia, opinión y ni mucho menos actuación.

Este amor ciego es solo digno de valientes, de hombres y mujeres libres de apegos, pero llenos de amor y sabiduría que compartir.

No hay nada más bello que un amor sin Eros.  

Margarita Basi.   
          
     

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