jueves, 26 de enero de 2017




    EL PODER FEMENINO SE POSEE, PERO NO    SE EJECUTA.

Después de haber recordado las motivaciones y los razonamientos que mueven al hombre, a la hora de poner en práctica una de las cosas que mejor sabe hacer, ejecutar "el poder", tanto si se dan las circunstancias favorables para ello, como sino.

Voy a tratar de explicar, porque creo que el poder femenino (que no es tan solo el que posee y a veces ejecuta una mujer con sexo femenino, sino aquel poder con motivaciones distintas al masculino, y que puede ser ejercido también por un hombre). No se ejecuta.

Pues bien, para empezar diré que según mi conocimiento, existen principalmente tres tipos de "poderes femeninos". O tres formas de entender, sentir y apreciar la autoridad o potestad, que en general toda mujer posee de sí misma y de su entorno.
Porque el poder femenino no se basa en la conquista, en el dominio y en la ostentación de su autoridad, con el fin de modificar, domesticar, reducir o suprimir del entorno, todo aquello que le obstaculiza, la consecución de sus propósitos e intereses.  

El poder femenino es la energía, la fuerza y la capacidad interna, que se nutre de unos ideales, cualidades y talentos, que la llevan a considerar el mundo (la naturaleza) no como una amenaza, sino como el terreno idóneo y perfecto para desarrollar ese poder.
Por esta razón el poder femenino no es agresivo y dominante por naturaleza. Donde el hombre ve la necesidad de conquistar y destruir, la mujer ve la necesidad de cuidar y reparar. 

El poder femenino se manifiesta, en el respeto hacia la diversidad, hacia lo salvaje, hacia los ciclos naturales del "bio"(de todo lo que está vivo) y por lo tanto, a su cuidado. Gracias a su desarrollado poder e inteligencia emocional.
Se trata de su capacidad de intuición y sabiduría, para conectar y conocer las necesidades propias y de su entorno natural. Y de solventarlas a través del respeto y del cuidado por mantener intactas, las características y propiedades originales de todo ser al que ofrecen ese cuidado.

Por esta razón, la fuerza femenina no puede desarrollar sus talentos. Porque el entorno en el que habita, ha dejado de ser un lugar propicio para ello. Un entorno donde los ciclos naturales están alterados y contaminados, por la necesidad masculina de superar, domesticar y conquistar, a cualquier individuo, lugar o circunstancia, que no le aporte un beneficio para conseguir sus intereses, sean cuales sean.

Con este panorama, la mujer reacciona de distintas maneras: 
O se adapta como mejor puede al sistema patriarcal, ejerciendo una fuerza a la que yo llamo el anti poder.
O actúa de forma reivindicativa y defensiva, ejerciendo una presión más feminista y de denuncia.
Ninguna de estas posturas puede llevar a la mujer, a tomar posesión y poder sobre ella misma y su entorno. Porque está demostrado y es un hecho que a pesar de estas conductas, la supremacía del sistema sigue manteniendo a las mujeres en posiciones claramente inferiores y desventajosas, en comparación con las de sus compañeros los hombres. La lista es larguísima, y todos conocemos ejemplos de desigualdades injustas, a la vez que también sabemos de otras que son aceptadas y normalizadas por ambos sexos.

En el próximo blog, describiré con detalle las características de estos dos poderes. 
Sobre el tercero hablaré después.

Margarita Basi. 

                  

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