jueves, 4 de junio de 2015



                                 LAS DIFICULTADES

                                 DE SER HOMBRE.


La literatura y la bibliografía en general no solo feminista o de auto ayuda, está llena de opiniones, teorías y consejos destinadas al público femenino al que consideran objeto y objetivo de los dardos que la sociedad patriarcal lanza a destajo hacia las féminas, en su imparable conquista del mundo, dejando a éstas en inferioridad de condiciones frente a los hombres.

En parte así es, sin embargo si profundizamos en las raíces psicológicas y antropológicas del varón, observaremos para nuestra sorpresa, como éste no lo tiene nada fácil y hasta me atrevería a decir que en aspectos muy importantes de su personalidad y genética, está en inferioridad de condiciones con respecto a las hembras.

Según explica Elizabeth Badnter en su libro; " X Y, identidad masculina", ser hombre implica un trabajo y un esfuerzo que no parece exigirse a una mujer.

Es mucho más raro dice ella, oir: "Se una mujer", a modo de invitación al orden.

Al hombre se le desafía constantemente  con un: "Demuestra que eres un hombre", y la demostración exige unas pruebas de las que la mujer está exenta.

Desde la construcción del patriarcado al hombre se le exige ser el más fuerte, el más inteligente, el más valiente, el más responsable, el más creador, el más racional y por supuesto el mayor proveedor de la economía  familiar. Y ese "más" justifica su relación jerárquica con las mujeres.

Algo sorprendente; ellos se quejan cada vez más de esa presión, pero ellas en contrapartida les exigen y esperan que así siga siendo, siempre y cuando esto les beneficie. Aunque cuando no es así les reprenden por ello.

Pierre Bourdien constata: "Ser hombre es de entrada hallarse en una posición de poder: "La ilusión viril es el fundamento de la libido dominante". La mujer por el contrario se mide como menos perfecta y solo porque la medida con la que ésta se mesura, es según el modelo masculino y patriarcal.

Antes de que el "boom feminista" rompiera los esquemas sociales tradicionales masculinos y femeninos, existían dos mundos muy diferentes pero perfectamente complementados:
El femenino: la mujer reina en el hogar como Diosa omnipotente ( ni su marido ni nadie osa perturbar el orden femenino del hogar porque ella impone y marca las normas de éste, y el hombre respeta y acepta ese poder ya que le otorga más beneficios que problemas).
El masculino: el hombre es el Rey del mundo exterior, social, político y económico. El reina y dirige como y de que manera construye e interactua con el mundo exterior.
El hombre según el modelo patriarcal es legible, transparente y socialmente activo. La mujer por el contrario es extraña e incomprensible.

Al cambiar los roles masculinos y femeninos tradicionales que han llevado al hombre y a la  mujer a compartir los mundos a los que hasta hace poco, no podían tener acceso, ha conmocionado sobretodo, la masculinidad, que no ha podido ni sabido reinventarse para adaptarse a esta nueva realidad.

El hombre define su identidad masculina en relación a como y de que manera se diferencia de las mujeres. Y las mujeres definen su feminidad en tanto se comparan y emulan a los hombres.

En el próximo artículo ofreceré la visión de Badnter sobre las causas profundas y consecuencias,  de esta crisis de identidad masculina, silenciosa, inconsciente a veces, pero no por ello menos real y dolorosa para muchos hombres, que buscan sin lograrlo una parte de su masculinidad que quedó en algún lugar al que no pueden acceder. 


Margarita Basi.

                 

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