jueves, 11 de junio de 2015



                                            LA IDENTIDAD MASCULINA
                             SE FORJA EN FEMENINO.

Según los últimos estudios realizados en psicología y neuropsicología masculina, se ha descubierto que no existe una única masculinidad o modelo universal masculino, sino que que éste se construye a modo de ideología que tiende a justificar su tendencia de dominio para defenderse o autoafirmarse delante de la mujer.
Según Badnter el hombre se construye con un solo fin; diferenciarse y alejarse lo más posible de la mujer, aunque para una correcta y sana construcción de su masculinidad, el hombre depende más de la influencia que ha recibido de su madre que la que ha adquirido de su padre durante su infancia.

Badnter así como David Gilmore aseguran que las bases de la masculinidad en un varón, las proporciona la madre o figura femenina durante la etapa de la primera infancia. 
Una madre excesivamente protectora, ansiosa  o ausente, dejará en el varón una huella de inseguridad y miedo que se traducirá en distintas pautas de masculinidad:
- Hombres sumisos, débiles y en busca siempre de parejas que les hagan de mamá.
- Hombres infantiles, inmaduros, casanovas, promiscuos o con tendencias adictivas.
- Hombres que odian a las mujeres porque los abandonaron cuando más las necesitaban. Son violentos, irrespetuosos y agresivos en sus relaciones con ellas.

Éstos hombres tampoco han sido protegidos o cuidados por sus padres, pues éstos no estuvieron presentes para impedir que sus madres dejaran de influir en ellos tan negativamente.
Por ello, y esta es una etapa crucial en la buena construcción de la masculinidad de un hombre, cuando ya adolescentes logran desembarazarse del yugo femenino que les ahoga, no encuentran espejo masculino en quién verse reflejados. Porque aunque entonces su padre muestre cierto interés en ellos y quiera recuperar el tiempo perdido, el daño ya está hecho, la herida ya es demasiado profunda.

Los expertos, aunque en esto hay discrepancias, aseguran que el rol femenino ideal que debe fomentar una buena masculinidad en un niño varón, es aquel en el que la madre no está ausente, es cariñosa y nutre de amor y seguridad al pequeño a demanda. Sin embargo a la edad entre los tres y seis años, ésta empieza a emanciparse de su hijo enseñando a éste , a jugar solo y a aprender de sus propios errores. Le pone limites cada vez mayores en función de su edad sin por ello dejar de abrazarlo y acariciarlo.
A los siete u ocho años , la madre seguirá presente y vigilante pero ya no es necesario un acercamiento tan físico como antes porque el niño necesita en esta etapa explorar y contactar con la figura paterna o masculina en cuestión. 
Si por fortuna, el niño tiene la suerte de tener esa figura que le arranque de los brazos tiernos y agradables de su madre con la suficiente firmeza pero con el cariño masculino y poderoso, con toda seguridad será un hombre en el futuro con una fortaleza, sensibilidad y carisma masculino difíciles de encontrar y que le harán sentirse un hombre completo en lo  emocional, espiritual y físico.
Porque se habrá sentido querido y cuidado por su madre pero también le agradecerá la libertad y las alas que le ha ayudado a construir para volar solo; eso le aportará toda la seguridad que su masculinidad necesita. Por otro lado su padre le habrá recogido en una edad temprana aun, en la que el niño podrá aprender los gestos, los modos, el lenguaje y la experiencia masculina con total naturalidad. Su padre habrá estado cuando más lo necesitaba.
  
"El hombre llora la rabia, angustia y miedo a las mujeres. Su impotencia es la pérdida de referencias, odio a sí mismos y a los demás.... El hombre por fin expone abiertamente sus heridas".
Robert A. Jhonson.

Por fin ya son muchos los hombres que se atreven a mostrar su vulnerabilidad y fragilidad emocional porque desean curar sus heridas, y para ello el primer paso es reconocerlo.
Nosotras estaremos atentas y seremos sensibles a su llamada para escucharlos y tenderles una mano, no les dejaremos solos, esta vez no.

Margarita Basi.  
     

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