EL CORAZÓN NO TIENE SEXO
A mi entender existen dos condiciones básicas que generan y aumentan los malentendidos, la dificultad comunicativa y en definitiva el buen desarrollo de sanas y maduras relaciones amorosas entre dos personas: tener distinto sexo y sentir atracción por el sexo opuesto.
Una pareja del mismo sexo es probable que ,a pesar de tener que aprender a convivir y a manejar los sentimientos que provengan de alguien distinto a él, con creencias y valores propios que quizás estén lejos de los suyos, dispone de una naturaleza e identidad común: su genero sexual. Es por ello que entenderá con más facilidad las actitudes y rasgos más característicos del mismo , al fin y al cabo comparten mucho en común: la visión o enfoque más femenina o masculina con la que tratan de comprender la vida.
Una pareja de distinto sexo tiene más dificultades en este sentido, y quizás sea esta diferencia paradójica, la que hace que esas conexiones que se establecen entre ellos, sean tan trascendentales y significativas en nuestras vidas.
El tremendo esfuerzo que las parejas heterosexuales han de hacer para aceptar la absoluta contradicción que representa nuestro opuesto sexual, el vacío y frustración que se crea entre intereses y sensibilidades tan dispares y por último la atracción tan frenética que desprenden ambos cuando por unos instantes, logran sentirse solo uno para volver de inmediato a alejarse como si su destino fuera jugar eternamente al escondite, es definitivamente mucho más frecuente entre amantes de distinto sexo.
Nadie a dicho que vaya a ser fácil restaurar unas relaciones que llevan años enconadas en el miedo, la pena o la manipulación, pero si es imposible si tenemos en cuenta que el ser humano lleva en su contradicción biológica y emocional, la llave que abre el único punto en común con todos ellos: "su corazón, símbolo de su alma inquebrantable y potencialmente capaz de amar por encima de su ego".
Margarita Basi.
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