jueves, 12 de marzo de 2015


                           CAPITULO VI Y ULTIMO.


Sabes Carlota le dije mientras hacíamos un descanso durante la clase, a veces responsabilizamos de nuestras carencias solo  a uno de nuestros progenitores, a aquel al que nos es más fácil culpabilizar porque al otro no sabemos como llegar ni enfrentarnos.

No hablas mucho de tu padre, es cierto que con él no  habían tantas fricciones que con tu madre pero eso no significa que no tuvieras deudas pendientes con él. ¿No crees?
Carlota abrió sus expresivos y rasgados ojos que empezaron a brillar por el reflejo que la luz hacía en sus incipientes lágrimas.
Yo le pase mi brazo por encima de su hombro y le di unas palmaditas en la espalda, ella me dio su mano y con la otra apretó y sostuvo la mía  un buen rato, mientras esbozaba una tierna sonrisa de Gioconda. Entonces me dijo:

"Mi padre fue un buen hombre pero no podía entender mi absoluta falta de convencionalismo y mi total despreocupación por mantener una buena reputación y por el que dirán... Tampoco pudo mostrar ni a mi ni a nadie su impresionante sensibilidad y profundos sentimientos, que ocultaba tras una imagen de  impecable "dandy", educado y exquisito hasta extremos  poco naturales que con el tiempo le llevaron a padecer una grave enfermedad".

Carlota  me explicó que su padre sufría en silencio; debía mostrar al mundo una imagen de hombre duro y racional, cuando en verdad era un hombre suave, gentil y muy emocional. Con tan solo dieciséis años participó en la guerra civil, aquello le trastornó y traumatizo de tal manera que dedicó el resto de su vida a ocultar cualquier rastro de aquel infernal episodio, sin saber que al hacerlo renunciaba también a sentir la vida, a los suyos y a si mismo. Creando más sombras internas que compensó trabajando tan solo el aspecto económico y social que le llevaron a tener una vida exitosa y envidiable para los demás.  

"Mi padre que lo tenia todo lloraba en la soledad de su habitación y yo aún joven, no entendía el porque de aquel duelo sin razón aparente. A veces pensaba que podía sentirse infeliz por no haber tenido los hijos que él hubiera deseado tener. Yo era consciente de que tanto mi hermano como yo no eramos el prototipo ideal de orgullo paterno, al menos para mi padre".
"Mi padre hubiera querido que yo me relacionara con los hijos pijos, superficiales y previsibles de sus amigos igualmente pijos, superficiales e hipócritas que comulgaban con ideas cristianas de cara a la galería pero que luego olvidaban fácilmente cuando éstas se interponían en sus otros intereses más terrenales".
"Recuerdo a mi padre mostrarse a veces irrespetuoso con mi madre cuando ésta hacía algo que a él le molestaba y le decía: "A ver si haces algo, que te pasas el día sin hacer nada".
¿Cómo te sentías al oírlo? Le pregunté a Carlota.

"Al principio solo me incomodaba, porque eran pocas las veces que le hablaba de este modo, pero con el tiempo fue creciendo en mi un malestar que se convirtió en bloqueo absoluto hacia cualquier forma de intento por parte de un hombre, de decirme lo que yo debía o no hacer con mi vida.
Además a mi padre le disgustaba mi forma libre y genuina de relacionarme con los hombres, a los que yo no consideraba un fin en sí mismos sino más bien un deleite",
No te comprendo, ¿Que quieres decir con esto?
"Pues que yo no buscaba un marido o padre para mis hijos como objetivo final de mis relaciones con ellos, sino disfrutar no solo del sexo que me encantaba, sino de ser amada, deseada, mimada y atendida como único fin. Lo que me faltó en la infancia lo busqué en los hombres".
¿Y eso a tu padre no le gustaba?
"En absoluto, yo me comportaba como un Don Juan que crecía  y se iluminaba cada vez más en cada relación amorosa que construía. No era frívola mas bien todo lo contrario pero en un mundo machista y patriarcal, una mujer así no es bien vista y más si pertenecía  a la alta burguesía rancia catalana.  
Yo no quería formar una familia yo solo pretendía amar y ser amada por un hombre y mantenerme libre de él." 
¿Y aún sigues pensando igual?
"Referente al amor pienso que antes de querer ser amada has de aprender a amar."
¿Acaso a amar se debe aprender?
"Si, incluso a los hijos. Una cosa es amar instintivamente a tu sangre y otra muy distinta hacerlo sin traumas y sin carencias afectivas del pasado que te condicionan a transmitirles esas mismas faltas y conflictos."
"Si no te han amado  de pequeño o no te lo han sabido transmitir puedes aprender tu mismo a hacerlo, pero es muy difícil y requiere mucha valentía y humildad pero se puede conseguir.
Yo estoy en ello y creo que lo estoy consiguiendo; has de aceptar tu vacío y tu pena y transformarla en una virtud y en un don, solo así puedes recuperar la confianza en el amor que te ofrecen los demás".

"Mi padre solía decirme cuando se enfadaba conmigo, que no encontraría a nadie que me quisiera, porque era inaguantable. Yo le hice caso y elegí parejas conflictivas que no me amaban para cumplir su mandato."
Ahora se que antes de encontrar un hombre libre y tolerante como yo soy ahora, he de aceptar mi dolor no como algo negativo sino como un rasgo que me aporta una identidad especial; rica en emociones y basta y amplia en sensaciones donde dejo navegar mis pensamientos, aunque al hacerlo sienta cierta nostalgia y tristeza. Porque son parte de mi misma, de mi vida y de mis raíces más profundas. 

Agradezco a mis padres este legado, si él no sería la persona que ahora soy y amo profundamente."       

¿Porque somos hombres y mujeres tan  reacios a aceptar nuestras diferencias?
Porque los hombres se pasan la vida intentando comprender la vida y las mujeres intentando sentirla, por eso ellos son más ricos y ellas más sabias. 

Gracias Carlota, has sido un ángel que el cielo me ha enviado en un momento muy difícil y complicado, me has enseñado a ver más con el corazón que con los ojos de la razón.   

Margarita Basi.             

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