"Quiéreme cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesito" Anónimo.
jueves, 25 de diciembre de 2014
No es libre ni liberada, una mujer que reclama y
obliga a un hombre a compartir los gastos económicos de su hijo.
Si las mujeres feministas o aquellas que sin
considerarse feministas, proclaman su libertad e independencia absoluta a vivir
como ellas desean, decidir solo ellas su
elección laboral, profesional, familiar e incluso si desean seguir o no
adelante con su embarazo. Sí es así como piensan muchas mujeres, no entiendo
entonces porque siguen obligando a los padres de sus hijos a pagarles una
pensión, a veces por casi la totalidad de los gastos que genera ese hijo y no
se hacen cargo en este caso también, de su capacidad de gestión y provisión
absoluta de su vástago.
Alegan que ellas paren y que por tanto ellas deciden.
Entonces si son autónomas para decidir algo tan importante como permitir o no que su hijo no nato nazca, ¿Por qué no son
también capaces de asumir todo lo que comporte en un futuro, su existencia?
Si las mujeres cambiáramos esta absurda percepción
que no es más que una contradicción cultural y educacional, vestigios del
antiguo patriarcado, generaríamos en los hombres y en concreto en nuestras parejas
o padres de nuestros hijos, una actitud solidaria y positiva en relación a
nosotras. Y estad seguras que la mayoría participaría gustosamente en los
gastos que su hijo generara, pero no lo harían obligados sino libremente.
Así la
relación que un padre establecería con
su hijo, sería más auténtica y sana y jamás contaminará a éste con comentarios
hostiles, burlones o que menospreciaran a su madre, como ocurre hoy en día.
Solo tomando nuestra responsabilidad de forma libre,
desapegada y valientemente, generaremos la admiración de aquellos que están a
nuestro lado y de esta forma les ayudaremos
para que hagan lo propio.
Las mujeres son las que más se quejan y jactan del
machismo, egoísmo e irresponsabilidad masculina
en general, sin embargo son estas mismas mujeres las que obligan a los padres a “cumplir con sus
obligaciones” y cuando lo hacen están
olvidando las suyas, pues se escudan en
el “deber proveedor masculino”, al que atacan y critican cuando les conviene consiguiendo
así perpetuar una carrera sin
sentido y contradictoria, que maldice su propia condición femenina.
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