martes, 31 de enero de 2017



            EL TERCER PODER FEMENINO

Es el poder ancestral. Este tercer poder, tiene su origen en aquella autoridad primigenia con las que las mujeres prehistóricas y de la edad antigua, se relacionaban con su entorno y congéneres.
Los valores patriarcales de dominio y sumisión por parte del hombre hacia no solo las féminas, sino hacia cualquier hombre o territorio, aún no se habían instaurado ni manifestado.
Por ello es de suponer (existen pruebas y vestigios que así parecen confirmarlo), que las mujeres de aquel periodo tenían y ejercían otros valores y cualidades muy distintos a los actuales. 
La feminidad, se entendía como una mezcla de rasgos y hábitos femeninos y masculinos, dependiendo de la actividad que se estuviera realizando en cada momento.

Estos eran los valores por los que se regían las mujeres en aquella época, y sin los cuales ni hubieran sobrevivido y ni mucho menos, hubieran ejercido el respeto y la autoridad, que en muchos ámbitos de la comunidad tenían estas féminas.

A- Unión y hermandad entre las mujeres:

1- Se trataba de una unión vital. De supervivencia, y por tanto indisoluble. Una unión instintiva con la que las féminas antiguas establecían un código, no tan normativo sino logístico y de intendencia diaria. Así estando siempre en grupo, se protegían también de la agresividad masculina o de cualquier depredador natural.   
De esta forma, no necesitaban al hombre como proveedor de alimento o como medio para mejorar su calidad de vida. Pues entre ellas ya la tenían.

2- Esta hermandad les daba otro poder "el sexual". Estas mujeres no necesitaban convertirse en reclamos sexuales, porque no había nada bueno que conseguir con ello (más bien al contrario). Tenían sexo o relaciones sentimentales con quienes querían o sentían. Y no les importaba compartir esos instintos con el mismo hombre, pues no habían otros intereses de por medio.
Esta actitud generosa, condicionaba al hombre a no ver el sexo femenino como una posesión o algo en lo que ejercer un dominio o control. Sino como un bien libre, del que las féminas eran las únicas poseedoras y por tanto, las únicas con potestad de decidir que hacer con ese poder.  

3-  Y por último, gracias a ese respeto y protección que las féminas establecían entre ellas, desarrollaron unas capacidades altamente civilizadas y emocionalmente, superiores a los hombres: "El cuidado del ser".
Y no solo en el sentido biológico, como ser que puede gestar y dar vida. Sino en otra visión más profunda  Su don y habilidad para la conciliación, para compartir, para solucionar de forma inmediata problemas de la organización comunal, de la intendencia diaria, y por supuesto, y como consecuencia de ello. Su potente inteligencia emocional.
Todo ello hizo que durante miles de años, las comunidades prehistóricas y de los primeros estadios de la antigüedad, tuvieran en las mujeres los referentes más aptos, para desempeñar las funciones político-sociales, además de cumplir con su función biológica en la gestación y crianza de su prole.

Y aun así, mantenían alejado el instinto dominador y conquistador del hombre.       

  
B- Fuerza combativa:

Las mujeres antiguas vivan en un entorno hostil, donde los depredadores y las guerras de clanes eran algo habitual. Por esa razón entrenaban sus cuerpos, al menos, lo necesario para defenderse de ello, sin la protección masculina. Pues podían pasar semanas o más sin ellos, cuando iban de caza o a explorar territorios.
Estas mujeres conocían las técnicas más básicas de defensa y ataque con las que romperle los huesos a todo aquel que intentara violentarla a ella o a sus hijos.
Y si además iban en grupo, su poder era aún mayor.

C- Conexión con la naturaleza:

Las mujeres antiguas, establecían vínculos adaptatívos con su entorno, y no actitudes agresivas ni dominantes como los hombres hacían.
Para ellas la naturaleza era una fuente inagotable de recursos, con los que con un poco de observación y paciencia, se podían conseguir bienes muy útiles para sobrevivir y mejorar su calidad de vida.
Aprendieron las propiedades de las plantas. A Diferenciar las que eran venenosas de las que eran sanadoras. A conocer los ciclos lunares con los que guiarse para la siembra. El lenguaje de las nubes y el viento, con el que predecir sequías o lluvias. Así como el significado de los sonidos con los que los  animales expresaban sus necesidades. 
Porque de ello, dependía también su supervivencia.

Hoy día este poder podría equipararse, con la capacidad femenina de intuir y comprender los estados más sutiles y emocionales del ser humano. Y con ello su importantísima habilidad para conciliar, a través de destacar y señalar, aquello que a todos nos identifica como seres necesitados de dignidad, compasión y respeto.
Y no a través de la separación, de la diferencia y de la competitividad. 
Valores que hoy día rigen las relaciones humanas, creando más conflictos que bienestar. 

En el próximo blog, acabaré de desarrollar este tercer poder femenino. El ancestral.
Explicando las razones por las que las mujeres actualmente, no parecen estar dispuestas a abandonar el sistema patriarcal (pues siguen pensando en que pueden cambiarlo, sin antes ellas crear un sistema social propio), porque no se ven capaces de asumir las responsabilidades y los cambios en su calidad de vida, necesarios e imprescindibles para conseguirlo.

Margarita Basi.
       

viernes, 27 de enero de 2017




                  EL PODER FEMENINO SE POSEE

                         PERO NO SE EJECUTA.

 

Los dos tipos de poder femenino que la mujer suele ejercer en la actualidad, tienen la característica externa de actuar como dominios en apariencia pero que en la práctica, se desvanecen y se ahogan en un sistema patriarcal que los oprime o modifica, con el fin de que sigan sirviendo y cubriendo las necesidades e intereses masculinos.

1- El anti poder femenino: Es aquel poder que la mujer cree tener sobre sí misma y su entorno, pero que en verdad no es más que un beneplácito que el hombre y su patriarcado, han considerado óptimo y justo ofrecerle. No en vano, las primeras mujeres feministas del S.XIX y principios del XX, demostraron al mundo sus agallas y valentía, al encararse a un sistema que ni siquiera las consideraba personas adultas e inteligentes, como para disponer de ciertas responsabilidades, hasta entonces solo propias de los hombres.   
Sin embargo, más de un siglo después de la revolución feminista, los valores, creencias, hábitos, emociones e instintos del hombre patriarcal son los mismos. Tan solo han cambiado las formas con las que el patriarcado se relaciona con el poder femenino. Obligado por la presión social, y la necesidad de que las féminas ayuden a sostener sus aun rancias creencias.
Algo que tan solo pueden conseguir, haciendo creer a las mujeres que todos los avances por la igualdad de género, son logrados por ellas y sus esfuerzos.  
Cosa que no es del todo cierta. Pues el sistema patriarcal está tan arraigado en la sociedad, que como una red de potentes tentáculos, esparce su poderío hasta el punto de ocultar a las féminas, que sus logros son los que más benefician y aumentan el poder del sistema patriarcal, que ellas mientras creen estar disolviendo.   

Este poder también llamado "fuerza femenina", concepto muy trillado que el propio sistema patriarcal se ha encargado de promover y promocionar. Con el fin de despertar estímulos positivos en las mujeres, con los que sentirse válidas, orgullosas y respetadas.
Pero además este sistema va más allá, porque premia y recompensa con privilegios machistas, a todas aquellas féminas que se presten a realizar y a actuar según marcan las reglas del patriarcado. 
Así de espabilado es el hombre, cuando venera este tipo de ejemplaridad femenina como único camino, con el que ésta puede ganarse el respeto de la comunidad masculina. 
Y así de ingenua ( por no decir otra cosa) es la mujer, cuando cree sentirse respetada y valorada por el hombre, sin ser consciente de que es éste y no ella, quién dicta las reglas éticas con las que debe vivir su existencia.
Ejemplos hay varios: Ensalzando la actitud sacrificada y abnegada femenina a la hora de cuidar de los demás. Fomentar el esfuerzo titánico y antinatural, que las féminas realizan compaginando la crianza de los hijos y el cuidado del hogar, con su trabajo profesional. (Es antinatural, porque realizar las dos actividades en una sociedad de valores masculinos, conlleva a que no se respeten ni cuiden los valores y cualidades femeninas). O continuar enviando claros mensajes machistas y/o misóginos, al tratar a las mujeres atractivas como objetos de deseo, y no como sujetos de deseo. Algo completamente diferente. 

Este anti poder va y viene en la mujer, como una veleta movida por el viento. A veces, cae en la aceptación de las reglas masculinas de un sistema gigantesco, en el que ella se vislumbra cual grano de arena. Y otras, se revela con fuerza ante tamaña injusticia, aunque al poco tiempo se resigna para volver al único poder que le queda. 

2- El poder reivindicativo feminista: Es el resultado productivo del anti poder. Cuando la mujer se revela no de forma reaccionaria, sino de manera filosófica y moral.
Un suceso extremo puede haber irrumpido en su vida, haciendo que ésta haya tenido que ajustar y desechar incluso, sus creencias y antiguos ideales. Es un poder transformador y constante en su vida. Pero lamentablemente tiene unas limitaciones. Las que le impone el sistema patriarcal. Porque éste lo impregna todo. 
Sus demandas, denuncias y propuestas, son lanzadas a un terreno estéril pues este es un entorno patriarcal mente institucionalizado, que imposibilitará siempre cualquier actuación, que ponga en peligro o amenace las bases de su poder.

Por esta razón muchas de estas mujeres acaban después de años de lucha sucumbiendo al poder del sistema, y se incorporan al grupo de féminas que ostentan el anti poder. Quizás a regañadientes, pero acaban por claudicar porque no observan ninguna otra nueva opción válida con la que sentirse satisfechas.
O porque no se atreven a abandonar el sistema que ellas tanto critican (con razón), para crear otro. 
Uno propio, donde no podrían beneficiarse de algunos privilegios con los que el patriarcado las compensa, para apaciguar y sedar sus naturales e instintivos deseos de feminizar parte de la sociedad. Como creo que sería muy conveniente. Estoy pensando en instituciones como la sanidad, la educación y la política.

Y es aquí donde entra en escena el tercer y último poder femenino.
Un poder aún no experimentado por ninguna mujer desde hace miles de años. 
Es el poder Ancestral. El único poder con el que las mujeres podrían crear un mundo propio hecho a su imagen y semejanza, pero que deberían ganarse por sí mismas. Sin necesidad de adaptarse ni competir con el modelo actual masculino. Como se ha hecho hasta ahora.
Ya que la competitividad no es un rasgo preferentemente femenino.

Porque esta es la única manera que tenemos las mujeres de conocer cuales son nuestras posibilidades reales. Hasta donde podemos llegar, utilizando nuestras destrezas, valores y rasgos femeninos, sin la presión, autorización o complacencia masculina.
¿Cómo sino saber quienes somos? ¿Cómo sino recuperar el verdadero orgullo femenino?
Que no es ni mucho menos, el que el hombre nos ha hecho creer que es. 

El tercer poder femenino, en el próximo blog. 


Margarita Basi.


            

jueves, 26 de enero de 2017




    EL PODER FEMENINO SE POSEE, PERO NO    SE EJECUTA.

Después de haber recordado las motivaciones y los razonamientos que mueven al hombre, a la hora de poner en práctica una de las cosas que mejor sabe hacer, ejecutar "el poder", tanto si se dan las circunstancias favorables para ello, como sino.

Voy a tratar de explicar, porque creo que el poder femenino (que no es tan solo el que posee y a veces ejecuta una mujer con sexo femenino, sino aquel poder con motivaciones distintas al masculino, y que puede ser ejercido también por un hombre). No se ejecuta.

Pues bien, para empezar diré que según mi conocimiento, existen principalmente tres tipos de "poderes femeninos". O tres formas de entender, sentir y apreciar la autoridad o potestad, que en general toda mujer posee de sí misma y de su entorno.
Porque el poder femenino no se basa en la conquista, en el dominio y en la ostentación de su autoridad, con el fin de modificar, domesticar, reducir o suprimir del entorno, todo aquello que le obstaculiza, la consecución de sus propósitos e intereses.  

El poder femenino es la energía, la fuerza y la capacidad interna, que se nutre de unos ideales, cualidades y talentos, que la llevan a considerar el mundo (la naturaleza) no como una amenaza, sino como el terreno idóneo y perfecto para desarrollar ese poder.
Por esta razón el poder femenino no es agresivo y dominante por naturaleza. Donde el hombre ve la necesidad de conquistar y destruir, la mujer ve la necesidad de cuidar y reparar. 

El poder femenino se manifiesta, en el respeto hacia la diversidad, hacia lo salvaje, hacia los ciclos naturales del "bio"(de todo lo que está vivo) y por lo tanto, a su cuidado. Gracias a su desarrollado poder e inteligencia emocional.
Se trata de su capacidad de intuición y sabiduría, para conectar y conocer las necesidades propias y de su entorno natural. Y de solventarlas a través del respeto y del cuidado por mantener intactas, las características y propiedades originales de todo ser al que ofrecen ese cuidado.

Por esta razón, la fuerza femenina no puede desarrollar sus talentos. Porque el entorno en el que habita, ha dejado de ser un lugar propicio para ello. Un entorno donde los ciclos naturales están alterados y contaminados, por la necesidad masculina de superar, domesticar y conquistar, a cualquier individuo, lugar o circunstancia, que no le aporte un beneficio para conseguir sus intereses, sean cuales sean.

Con este panorama, la mujer reacciona de distintas maneras: 
O se adapta como mejor puede al sistema patriarcal, ejerciendo una fuerza a la que yo llamo el anti poder.
O actúa de forma reivindicativa y defensiva, ejerciendo una presión más feminista y de denuncia.
Ninguna de estas posturas puede llevar a la mujer, a tomar posesión y poder sobre ella misma y su entorno. Porque está demostrado y es un hecho que a pesar de estas conductas, la supremacía del sistema sigue manteniendo a las mujeres en posiciones claramente inferiores y desventajosas, en comparación con las de sus compañeros los hombres. La lista es larguísima, y todos conocemos ejemplos de desigualdades injustas, a la vez que también sabemos de otras que son aceptadas y normalizadas por ambos sexos.

En el próximo blog, describiré con detalle las características de estos dos poderes. 
Sobre el tercero hablaré después.

Margarita Basi. 

                  

lunes, 23 de enero de 2017

        EL PODER FEMENINO SE POSEE,

                 PERO NO SE EJECUTA.

Cuando he visto esta foto mientras buscaba una imagen con la que ilustrar este blog, no he podido resistirme a comentar lo que me ha inspirado.

¿Cuántos hombres se atreverían a hacer algo así en público? Y sobre todo ¿Cuántos de esos pocos, se atreverían a expresar sus sensaciones y emociones, delante de otros hombres?

Esta sociedad creada con valores masculinos durante miles de años, nos ha convencido de que son sus cualidades las únicas validas, aptas y normalizadas, para convivir hombres y mujeres.
Y todos aquellos rasgos o actitudes, que no se ajusten a los suyos no solo no sirven, sino que son perniciosos, peligrosos y desestabilizan el equilibrio agresivo, manipulador y dominador del ya rancio pero aún vigente patriarcado.  
La sociedad patriarcal tiene muchos valores y cualidades, pero está vacía de fuerza, energía y poder emocional, sentimental (no sentimentalismo) y por tanto es inexperta en cuanto al cuidado de los demás.
Pero lo más triste de ello, no es la carencia en sí la que hay que restaurar. Sino la reacción por parte de quienes sí poseen ese poder, de unirse y organizarse debidamente, para inundar con esos valores nuestra sociedad. 
Es el poder femenino, es el poder que está en todo hombre y mujer que sufre, por no sentirse identificado-a con los mecanismos ni valores de esta sociedad. Y que se ve al tiempo impotente, porque no encuentra a su alrededor la rabia y la esperanza necesarias, con las que activarse y empezar a crear un nuevo modelo social.   
El poder femenino se posee, pero no se ejecuta.

Antes de adentrarme en el complejo mundo de los
poderes femeninos, querría detenerme y mencionar los principales tipos de poder patriarcal. Que desde los albores de la edad media hasta hoy día, coaccionan nuestra libertad, invaden nuestra intimidad, modifican nuestra identidad, nos controlan, nos seducen y también algunos pocos, nos protegen de las amenazas que suponen los demás poderes.

En la edad media fue el poder temeroso de Dios, quién amedrentó y mantuvo en la miseria y en el analfabetismo a millones de almas. Mientras el clero corrupto y avaricioso, enriquecía sus templos y bolsillos, a costa de tergiversar y manipular la palabra de Cristo.

En el renacimiento, que fue el periodo histórico en el que la supremacía del hombre derribó el poder teocrático, que hasta entonces había controlado la gestión de los estados. Nace otro poder, el monárquico. Que desterró un tipo de tiranía camuflada bajo viciosas sotanas, por otro más visible y terrenal, aunque no exento tampoco de corruptelas. La diferencia entre uno y otro radicaba en nombre de quién ambos ejercían el poder. Para los primeros era Dios y para los segundos, era un Rey. 

Así comienza una etapa en nuestra historia, en donde el poder se ejerce a través de una forma de control y a la vez protección social. Cuyos medios de acción están en las instituciones gubernamentales y en el ejército principalmente.
Como brazos represores y protectores, de una masa social, la mayoría en la miseria y analfabeta.

Este poder queda magníficamente explicado en el "Príncipe" de Maquiavelo. Y es este mismo poder, el que ha cimentado las bases y los valores de nuestro sistema democrático.

Hoy día el poder ya no es tan evidente, visible ni jerárquico. Así lo describe Michael Foucault, en su ensayo "La micro física del poder".
Según el filósofo, el poder actual a pesar de estar institucionalizado, se fragmenta en una red de micro poderes, en donde éste puede pasar de un sector a otro de forma inmediata y permanecer poco tiempo. Es una presa difícil de cazar por su inestabilidad y movilidad.
Foucault, manifiesta que las motivaciones del poder no son siempre viles y corruptas, ello dependerá en manos de quién caiga esa capacidad de poder.
- Por un lado el uso del poder se ve claramente en la necesidad de las instituciones y comunidades del saber: (científicas, mentales, sanitarias, educacionales, etc...). De "normalizar" las distintas idiosincrasias naturales humanas. De ahí sus estudios y ensayos sobre los "encierros" como: Psiquiátricos, cárceles, escuelas, ejército... Lugares en donde se recluyen individuos con la finalidad de "normalizarlos", según los intereses de quienes ostentan el poder.    
- Por otro lado el poder según Foucault., es la utilización de éste para adoctrinar y subordinar a la masa social, con argumentos nada represivos sino llenos de ideales y aparente buenas intenciones. Qué la mayoría de veces esconden en su discurso, creencias y dogmas con los que tratar de influir y modificar el pensamiento de una sociedad, según los intereses y deseos de quién ejerce ese poder.

El nuevo poder del presente, está sobretodo en el dominio y manejo de la información. Y su brazo ejecutor son las redes sociales y las grandes corporaciones, que ostentan la propiedad de aquellas que son más importantes e influyentes.  
Otras grandes corporaciones tienen el poder sobre los recursos energéticos, los cuales por ética, deberían ser de uso y disfrute de todos. 
Ambos poderes tratan de  enmascarar su dominio, detrás de fundaciones y demás asociaciones sin aparente ánimo de lucro, desde donde desafían el poder de los gobiernos, ganando ingentes cantidades de dinero, a través de negociar con nuestros datos personales o nuestros recursos energéticos, burlando siempre las leyes que esos mismos gobiernos han dejado "vacías". 
Y es a través de esas "lagunas legales"  (curiosamente no modificadas para que sigan siendo legales), por donde estos "poderes", se atrincheran sin ningún tipo de escrúpulos o ética.

En el próximo blog hablaremos de los poderes femeninos. Aquellos que se poseen pero no se ejercen.

Margarita Basi.          

domingo, 22 de enero de 2017

           EL PODER FEMENINO SE POSEE

           PERO NO SE EJERCE.

Este es un breve avance sobre mi próximo blog.
El poder tal y como lo entendemos, es el medio con el que quiénes lo ostentan, ejercen a veces control, dominación, represión o muerte, a otros individuos o masa subordinada a ese poder.
Aunque en otras ocasiones, el poder ha servido para educar, culturizar y prosperar como raza humana.

Sin embargo ese tipo de poder conocido y experimentado siempre ha sido un poder con valores masculinos. Patriarcal.

En el próximo blog quiero hablar sobre el anti poder. 
Al que yo llamo así,  por su falta y carencia a la hora de ser expresado, a pesar de ser poseído en potencia. Es el poder femenino.   


Margarita Basi.

domingo, 15 de enero de 2017





             NO HAY ESPERANZA SIN LUCHA.


Leo en el suplemento cultural de la vanguardia, una entrevista al catedrático emérito de Filosofía del Derecho, Juan Ramón Capella.
Y entre todas las interesantes aportaciones que llenan el artículo, me quedo con esta frase:
"No hay que atesorar esperanza, hay que tener rabia".
Deduzco que lo que el filósofo quiere transmitir con ello (no he leído aún su libro y tan solo tengo como referente esta entrevista), es evitar esa tendencia tan humana a esquivar el trabajo voluntarioso y reaccionario que supone inevitablemente, el único sendero posible ante una situación social injusta, indigna o simplemente obsoleta. Excusándonos al hacerlo en la tan reiterada "esperanza" al cambio, y no reaccionar con "rabia", ante algunos hechos tan indignos y crueles que parece no dejarían otra opción.
Tan negativa y peligrosa es una actitud que promueve la violencia y el sufrimiento ajeno, como otra que lo acepta con resignación, queja, critica, menosprecio e incluso esperanza. Y no actúa.  
Porque la pasividad no se enfrenta nunca al enemigo, pero acaba sustentándolo y manteniéndolo, que es lo mismo que aceptarlo.
En cambio la acción es vistosa y ruidosa, deja residuos evidentes. Pruebas y rastros imposibles de esconder. Pero es honesta con sus valores, y valiente por defenderlos.
Algo que es imposible hacerlo sin unas dosis de enérgica embestida y algo de rabia en el espíritu.
Sin embargo vivimos en una sociedad hipócrita y tremenda mente falsa y manipuladora. 
Nos confunden haciéndonos creer que la rabia es sinónimo de violencia. Y así el poder institucional, nos mantiene sumisos y obedientes: inactivos, a sus fechorías evidentes, pero fraguadas en el marco de la legalidad que ellos mismos han creado. 
La rabia es el estadio previo a dos posibles actitudes: deshacer posibles injusticias o acabar absorbido por las pestilentes aguas movedizas del fanatismo o terrorismo.
A veces no depende de uno mismo llegar a un buen puerto. 
En una sociedad democrática y occidental, la rabia se reprime porque nuestra zona de confort, que aún se mantiene, nos lo impide.
En una sociedad centralizada y fanática, a quienes la rabia les nació de las mismas entrañas al ver morir despedazados y violentados a sus hijos, padres y hermanos. No les queda otra que dejarse acariciar por el tenebroso psicópata y seductor, terrorismo, quién en nombre de Alá les devuelve algo de justicia y cordura a su ya incapacitado ser por sentir alguna de ellas.  
Es muy falso y poco honorable, responsabilizar únicamente a quienes han decidido matar por matar, sin antes hacer una regresión a la historia de la mayoría de las vidas de esos monstruos, que un día fueron probablemente muchos de ellos, buenos hombres y mujeres con más esperanza que rabia en sus entrañas.
Ojalá la rabia sirva algún día no para agredir. Sino para decir basta y actuar en consecuencia. Pero para que eso ocurra necesitamos que la mayoría de la sociedad "bien estante" occidental, reaccione, actúe y se comprometa a dejar de alimentar a aquellas democracias, que han incumplido sus principales principios éticos con sus ciudadanos.

Margarita Basi.

  
   

miércoles, 11 de enero de 2017



            IDENTIDAD EXTERNA, IDENTIDAD              INTERNA.

¿Dónde reside nuestra verdadera identidad? .
Todos reconocemos que somos en gran parte producto de nuestra historia, genética, educación, entorno espacial, etc.... Y en una pequeñísima proporción, el resultado de todas ellas mezclado con nuestra identidad interna.
¿Y que es la identidad interna? Para mí es aquella energía o fuerza interior que yace inmutable, serena y sabia. Independientemente de si los factores externos que he mencionado, nos son más o menos favorables para la construcción de una satisfactoria y sana identidad.
¿Hay una sana y satisfactoria identidad? ¿Y si la hay de que depende? ¿Con que la contrastamos para considerarla apta y buena? 

Si es como parece, y estamos tan condicionados por elementos externos a nosotros mismos que a nuestra autentica y genuina identidad. Parece lógico pensar, que el ser humano va a estar mucho más influenciado por los constructos externos que por
otros más profundos e internos a la hora de construir su identidad.

Por esta razón los individuos, nos vemos más azotados por los va y vienes estéticos, culturales, intelectuales, de género, sexuales, económicos, sociales, etc... más que acompañados por ellos.
Nos irrita, asusta o incomodan esas diferencias en otros seres humanos. Y al hacerlo bloqueamos nuestra identidad interna, la única con capacidad de obviar esos rasgos más superficiales, y centrarse y conmoverse por otras cualidades más autenticas y no contaminadas por creencias, prejuicios, normas, hábitos, etc....
Como es sentir placer y curiosidad (cosa ésta última siempre gozosa), por conocer las motivaciones, ideologías y sentires de otros sujetos distintos en apariencia, pero iguales en humanidad a nosotros. Para ayudarles a perseverar y a cuidar sus idiosincrasias, de la misma manera que a nosotros nos gustaría que ellos hicieran con las nuestras.

Llegar  a hacer algo así, no de una forma puntual sino como una rutina establecida a nivel mundial, tan solo sería posible, en el caso de que toda la humanidad lograra tener sus mínimas necesidades cubiertas, algo impensable actualmente.
¿Cómo vamos a desterrar las tres fuerzas naturales que desde tiempos inmemoriables, han motivado  la identidad humana?
El poder de liderazgo, el miedo y pereza a ser sujetos libre pensadores y libre actores de nuestras vidas y el poder económico que mueve a todas ellas. 
¿Si antes no ofrecemos a quienes no poseen nuestras mismas capacidades, ni entorno adecuado para desarrollarlas, una renta básica,para sentirse dignos y cuidados por quienes pudiendo hacerlo, no lo hacen?  

Mi profesora de filosofía, hace que estos y otros temas similares lleguen a conmoverme de tal forma, que tenga la necesidad de cuestionarme y a veces revelarme contra situaciones que hasta ahora, ni siquiera era capaz de observar y mucho menos sentir.

Quizás algún día, la raza humana consiga antes de extinguirse ofrecerse el mayor regalo de su propia historia.
Y ser capaces de ir arrancando las distintas capas identificatorias, superficiales e innecesarias muchas veces. Contaminadas por creencias y rituales que se basan en marcar las diferencias visibles, más que en señalar las similitudes internas de las que todo ser humano está hecho: nuestra capacidad de sentir placer al ofrecer ayuda y cuidado para perseverar las ideologías y valores que constituyen la base de la identidad interna de otras personas.

Tan solo partiendo de un bienestar físico y emocional y relacionándonos con otros sujetos, no desde la información superficial y externa, sino desde un sentimiento de reconocimiento de su dignidad tan solo por ser sujetos humano. Podremos desarrollar el hábito de no solo sentir un inmenso placer por ello, sino de experimentar un gran conocimiento y sabiduría, al aprender de otros individuos,distintas formas de afrontar la vida, sin que eso suponga ninguna amenaza para la preservación de nuestra identidad, ya que habremos aprendido que la que realmente importa y nos hace libres y dignos, es la identidad interna. 
Aquella en la que todos podemos vernos reflejados, y a la vez respetados como genuinos.

Una quimera, quizás. Pero no por ello dejaré de sentirla. 


Margarita Basi.      

    
  

                                          

jueves, 5 de enero de 2017




                      AMOR CIEGO, AMOR VERDADERO.



Estos primeros días del año en donde todos, unos más que otros, tratamos de hacer balance sobre aquellos propósitos y deseos muchos ya olvidados, con los que empezábamos la andadura de un nuevo año que ya quedó atrás.  
Me viene como flecha de Eros, un sentimiento al que llamamos amor, y que nada tiene que ver con el que me enseñaron a apreciar y a reconocer como tal.
Me dijeron que para amar había que enamorarse antes. Una vez la flecha de cupido vaciaba en el ser amado todo su elixir hipnotizante y con él tocábamos el cielo de los Dioses, y no por amor precisamente sino por el colocón de agentes químicos que invadían nuestro cerebro. Bajábamos velozmente a la tierra, sin paracaídas, dándonos una serie de golpes con los que íbamos recuperando la cordura y el sentido de nuestra realidad.
Y en ella ni nosotras eramos Diosas ni ellos Dioses del Olimpo del amor. 
Después, aquellos que por alguna extraña razón se habían creído el discurso de que el amor es sacrificio, entereza, compromiso y mucha, muchísima paciencia. Malvivían en la intimidad de un hogar pleno de falsas esperanzas, promesas incumplidas, gritos de culpa o abnegación. Mientras de cara a la galería esbozaban la mejor de sus sonrisas y un falso gozo que a veces, ayudaba a sobrellevar el día a día.
Muchos siguieron así. Creyendo que el amor era aguantar los defectos del amado con resignación y sacrificio, ( sobre todo ellas) y mantener el tipo haciendo creer a la parroquia que uno no podía ser más feliz. 
Yo a mis 52 años recién cumplidos, he comprendido finalmente el sentido del verdadero amor. Y lo curioso del caso es que lo he hecho sin vivir aún la experiencia.
¿Será que el universo a escuchado mis deseos para este año 2017? 

El amor verdadero es ciego, y no porque mientras estamos enamorados, no podemos ver más que las cualidades, incluso inexistentes de nuestro ser amado y nada más.   
El amor verdadero es ciego, cuando sin estar narcotizado por Eros, uno es capaz de sentir amor, compasión, admiración, placer, entusiasmo, cordura, generosidad y pasión sexual hacia su amado-a. Sin ni siquiera notar ni importarle lo más mínimo, las cualidades o defectos de esa persona. Porque una vez has abierto tu corazón a alguien sin la ayuda de cupido, tu amor es libre y genuino como tú.
Y puedes mostrarte a tu ser amado, tal y como tu eras antes de amarlo, sin sentirte obligado a ser nadie más que tu mismo.

Pero jamás encontrarás a alguien que te ame así, si tu antes no cambias tus creencias obsoletas y retrogradas sobre el amor. Y sobretodo dejas tu miedo y pánico a amar de esta manera.

Claro que también hay que pensar antes una cosa muy importante: Un amor así, te obliga a ser responsable de tus sentimientos, emociones y vida en general. Y a mantenerte libre y desapegado de aquellos aspectos que tu pareja debe solventar por si solo-a, sin tu presencia, opinión y ni mucho menos actuación.

Este amor ciego es solo digno de valientes, de hombres y mujeres libres de apegos, pero llenos de amor y sabiduría que compartir.

No hay nada más bello que un amor sin Eros.  

Margarita Basi.