lunes, 27 de noviembre de 2017

 


                              RESENTIMIENTO

                           (2ª PARTE)


Hay un tipo de hombre, que gusta coquetear con el peligro, poner a prueba su audacia para conocer los límites de su persona, con los que conquistar sus miedos. En la naturaleza este hombre valiente, encuentra el lugar ideal para ello.
Navega, escala, investiga, pelea contra los elementos y los conquista. Así desafía poderes mucho mayores que él; a la naturaleza salvaje, y a los fantasmas que anidan en su yo interior. Vuelve a ser un niño, y no teme jugar con él. Y eso es muy bello.  

Pero existe otra clase de hombre, que busca excitar su ánimo y esconder sus miedos a través de menospreciar, ridiculizar o fanfarronear delante de quienes él se siente más fuerte, e incluso a veces, libera sus reprimidas pulsiones con violencia. Ese hombre es simplemente un miserable. 

El hombre siente un impulso casi visceral por domesticar lo salvaje, lo emocional, lo misterioso, y en definitiva, aquello que su razón no puede comprender. ¿Y a quién lleva el hombre siglos sin entender? A la mujer.

El resentimiento del hombre hacia la mujer, nace de su incapacidad para amar su propia parte femenina. No soportan que una mujer se muestre seductora y caliente su libido, sin otra finalidad que la de expresar su propia esencia femenina (como parte genética de su biología y no como una actitud impostada con la que ella pretende algo en concreto. A veces es así, pero ese es otro tema.... ). Y cuando esto ocurre, el hombre se desquicia responsabilizando a la fémina de "Promiscua" o "calienta braguetas", y en algunos casos llega a agredirla físicamente. Porque un macho resentido con su parte femenina, odia poder perder el control y mucho más si se lo causa una mujer. Él necesita siempre una razón para que las cosas ocurran, y mejor aún si son sus razones, pero si no las halla, las consigue por la fuerza.


En el próximo blog, hablaré de como es y expresa la mujer su resentimiento  hacia el hombre.


Margarita Basi.


     




domingo, 26 de noviembre de 2017

         

                               RESENTIMIENTO        


La historia de la humanidad es una constante lucha de superación por el entorno, para consigo mismo y muy especialmente, hacia los sentimientos que le despierta su opuesto sexual .
Hombre y mujer, sostienen ya desde el inicio de los tiempos un vínculo extraño entre ellos, que les cautiva al tiempo que les repele. Y aunque unos y otros hayamos hecho de esa unión, la base y el propósito de nuestra existencia, seguimos sumidos en un resentimiento mutuo y ancestral, que es capaz de manipular, herir, insultar, despreciar y asesinar al otro, tan solo por mantener ese vínculo intacto. ¿Habrá que revisar ese vínculo?

¿Que poderosas razones hay para ese menosprecio? y ¿Siente el hombre el mismo tipo de rencor hacia otro hombre, que hacia una mujer?
Y es aquí precisamente donde me quiero detener. Si los valores masculinos positivos por excelencia son la valentía y la razón analítica y suspicaz, que le han llevado a desvelar los grandes misterios del universo, entre otras cosas..... ¿Porque es él quién más violenta y agrede a seres humanos, que están en inferioridad de condiciones físicas, como las mujeres o los niños? ¿Porque no utiliza su osadía y su inteligencia para desahogarse con quienes si pueden competir en igualdad y fuerza? 

El hombre resentido tiene dos grandes temores, que son precisamente los que alimentan su rencor hacia la mujer, y son; su animadversión hacia la homosexualidad y/o a la posibilidad de descubrir en él cualidades femeninas, y a la seducción femenina no pro activa, que es la que expresa una mujer por el mero hecho de serlo y que excita al hombre incomodándolo, puesto que ella no siempre busca consumar una relación sexual, sino simplemente actuar conforme a su naturaleza femenina.             

Cuando un hombre no supera estos miedos, desprecia a quienes le hacen sentir miserable, pero antes de aceptar algo así, prefiere lanzar su enojo hacia aquellas personas a quienes no ve como rivales y con los que sí puede mostrar su falsa gallardía masculina, sin salir apaleado.

Entonces el hombre utiliza sus armas para combatir su resentimiento, que son la fuerza bruta o su capacidad de razonar las emociones y sentimientos, Al hacerlo aparta su sensibilidad y emocionalidad de sus actos, despojándolos de cariño, fraternidad y compasión. No siente empatía, porque solo le importa su razón y sus razones. 

La mujer ante este panorama poco puede hacer para defenderse, ya que sus cualidades son opuestas a las de él. Ella es pura inteligencia emocional que cuando se desequilibra, por vivir rodeada de valores patriarcales, se convierte en  una mujer culpabilizada, victimísta o sumisa, Y en estos casos, la mujer confunde su innata capacidad de cuidar con la de sacrificarse. Si las cualidades de una mujer por excelencia son; seducir, cuidar y amar, entre otras cosas, ¿Cómo puede ser fiel a su propia identidad, si el hombre y la sociedad menosprecian sus cualidades, porque no coinciden con las de ellos? ¿No es algo que desquiciaría a cualquiera?

Continuará......


Margarita Basi.