miércoles, 8 de febrero de 2017



 LA MUJER CEDE EL PODER SOBRE SU CUERPO E IDENTIDAD, AL SISTEMA PATRIARCAL.


El segundo poder femenino que la mujer suele ceder o entregar al hombre, poniendo con ello en riesgo no solo su propia estima, sino su vida. Es el dominio de su cuerpo como herramienta combativa.

2- El cuerpo femenino y su capacidad combativa.

La mujer no es solo un ser bello y sensual con un enorme potencial emocional, y con una capacidad intelectual igual o superior a la de los hombres.
Además, la mujer tiene un físico capaz de bloquear cualquier intento de ataque, agresión o violencia hacia ella, tal y como lo haría un hombre. 
Siempre y cuando, ésta lo haya entrenado para ello.
Pero la mujer no suele cuidar esa competencia y aptitud propia, al menos tanto como lo hace con las otras que posee.
Me sorprende mucho, que una habilidad como conocer las técnicas básicas de defensa y ataque personal, no sea una prioridad en todas y cada una de las mujeres, vivan éstas en sociedades pacíficas y democráticas o en territorios en conflicto y en guerra.
Teniendo en cuenta el número de agresiones físicas, sexuales, etc... que las mujeres en todo el planeta, siguen padeciendo.
La mayoría de mujeres siguen poniendo sus vidas y las de sus hijos en la rueda de la vida. Que cual bombo de lotería que gira y gira, sin parar de sacar números. Un día extrae el "gordo".
Pero algo así casi nunca ocurre. Por lo que las féminas prefieren unirse a hombres que tienen pocos números, para devenir agresivos con ellas o sus hijos. Y eso ya les basta, para poner su supervivencia y la de su prole, en esas manos o en esos números.
Sin entender que una cosa no quita la otra. 

Las mujeres con esta actitud pasiva e imprudente, dejan que sus parejas, padres, hermanos varones, e instituciones del estado, se responsabilicen y se hagan cargo de unos derechos y obligaciones que primero, les competen solo a ellas. 
Renunciar a esa atribución o cometido, es igual que abdicar de su potestad sobre sí mismas en cuanto a cuidar y proteger su identidad y orgullo de ser humano y mujer.       


3-  La mujer acepta ciertos valores patriarcales, que le sirven para mantener unos privilegios frente al hombre. Y rechaza otros, cuando éstos no le retribuyen ningún beneficio.   

Hay infinidad de ejemplos contradictorios que demuestran este "antipoder femenino".

- Que una mujer permita que su ex pareja (padre de sus hijos a quién se supone amó), malviva. Porque ella deja que el sistema patriarcal, obligue a su ex a abandonar el hogar familiar, que muchas veces ha pagado él y no ella. 

-Que una mujer exija a su ex pareja una pensión económica por los años que ella dejó de trabajar para dedicarse a cuidar de él y sus hijos. Sin tener en cuenta que ella eligió libremente vivir de él.
¿A caso esa decisión, hoy día, no es absolutamente desfasada y machista? Como también lo es el que  algunas mujeres en esta situación, decidan seguir cobrando esa pensión indefinidamente, teniendo capacidad para incorporarse al mercado laboral?

- Que una mujer abandone su independencia económica, vocación, espacio íntimo y necesario para reconocerse a si misma, relaciones amistosas, creencias y valores más profundos, etc... Porque todo ello se contradice muchas veces, con las bases necesarias con las que crear un proyecto común de pareja. En donde acaban prevaleciendo los intereses de uno de ellos. Casi siempre los del hombre.
Dejando a la mujer con el tiempo, en una especie de amnesia de identidad. Desnuda y sin reconocimiento propio. Y por no hablar si él la acaba abandonando tanto física como emocionalmente.

- Que una mujer mienta sobre haber recibido agresiones físicas de su ex pareja. Con la ruin intención de vengarse o beneficiarse de alguno de esos privilegios machistas que ella misma consiente, cuando le interesa. 

Una mujer que permite ocurran tales cosas, no es digna de serlo.
Porque ser femenina es ser experta en cuidar de una misma a través de cuidar a los demás. Y eso es algo que puede hacer también un hombre, cuya energía masculina y femenina están equilibradas. 

Una mujer que deja en manos ajenas, sean cuales sean, su responsabilidad y compromiso para con ella misma. No podrá nunca llegar a saber quién es realmente, y por tanto, seguirá siendo arcilla en manos de quienes al menos, han tomado las riendas de sus vidas. 
Pero precisamente por esa razón, éstos no pueden encontrar motivos para respetarla o admirarla.


                 FIN DEL BLOG, DEDICADO A LOS                 
                 PODERES FEMENINOS.



Margarita Basi.           
    

sábado, 4 de febrero de 2017




      EL VERDADERO PODER FEMENINO


He aquí una serie de conductas, actitudes y creencias, con las que las mujeres creen sentirse, algunas poderosas y otras supervivientes. De una sociedad que ellas piensan poder cambiar a su gusto y naturaleza. Pero que sin embargo, no solo no lo consiguen, sino que favorecen la perpetuidad de un sistema patriarcal, del que aún arrancan ciertos privilegios mientras lo desafían infructuosamente.

1- Las mujeres no aspiran a una auténtica hermandad entre ellas.
A unirse para conseguir la fuerza, que de otra forma ni ellas ni ningún hombre obtendría.
Esa intención es la única que posibilitaría una convivencia temporal, y la creación de riqueza y productividad desde los valores femeninos.Y por tanto, a que las féminas comenzaran a sentir que no han de romperse en dos esencias contradictorias, para ser competentes en un mundo que no reconoce sus cualidades. Porque habrían creado el suyo, a su imagen y semejanza.
Sin embargo las mujeres en general, no conciben que un grupo de féminas puedan sentirse satisfechas ni tener una mínima calidad de vida, sin la colaboración directa de un hombre que las sostenga física y emocionalmente.
No creen que la convivencia con otras mujeres, por ejemplo en determinadas etapas de su vida (como sería en la crianza de hijos pequeños), pueda ser beneficiosa a la hora de compartir y entender sus naturalezas iguales y con las mismas necesidades.
Más bien al contrario, la mayoría vería esta posibilidad como algo nada conveniente ni para ellas ni para sus hijos. 

Estas mujeres, sostienen unas creencias propias de miles años de absorber la cultura patriarcal. Que ha educado nuestros cerebros (y por tanto nuestras forma de entender nuestro cuerpo y emociones), de forma que pensemos que la atracción sexual y sentimental hacia los hombres, no puede ser experimentada ni sentida plena ni gozosamente, sin una explícita convivencia con ellos.

Las consecuencias que esta creencia ha supuesto para las féminas, han sido varias:
- La pérdida de nuestra innata libertad y poder sexual femenino. Quedando la sexualidad femenina, a expensas del criterio masculino que como es lógico, ha utilizado todo su poder para tergiversar unos valores puros, naturales, y con absoluta potestad femenina. Para marcar las "normas" de una correcta y apta sexualidad femenina. Aquella que según le convenga a éste, ha de ser respetuosa, fiel y sumisa. O joven, sensual y de uso y consumo.

- Otra consecuencia de esta desunión entre féminas sin autoridad sobre su poder sexual, es el efecto contrario: La envidia, la desconfianza y la falta de respeto en sus relaciones con otras mujeres.
Sobre todo en su etapa fértil, donde su instinto por conseguir al "mejor padre" para sus hijos, no contempla otras prioridades que no sean la de obtener la mejor calidad de vida con el hombre más apto para dársela.
Tan solo establecerán relaciones de auténtica amistad, una vez entran en la madurez donde ya no ven a otras mujeres como rivales. Pues el sujeto de su deseo ya no es el hombre, sino ellas mismas y sus relaciones con otras mujeres.
Las mujeres pasan más de la mitad de sus vidas, cuidando de su entorno en donde la familia, es el soporte indispensable para su propio sostén como ser.
El gasto de energía que esto supone es exagerado, en cuanto que debilita a las féminas más que las fortalece. Por ello a penas tienen tiempo ni fuerzas para cuidar de ellas mismas (a veces ciertas mujeres ni siquiera saben reconocerse ese derecho propio), ni de fomentar relaciones con otras mujeres.
A pesar de que en la actualidad, la mujer ha abandonado el ostracismo en el que el patriarcado más radical la había condenado.
Sigue manteniendo vivos la mayoría de deberes y responsabilidades que antaño, sus antepasadas realizaban sin tener que lidiarlas con una profesión.       

Organizar y velar por el buen funcionamiento de un hogar, hijos, pareja, otros familiares de sangre o políticos. Cuidar de su estética y mantener una lucha absurda contra el poder implacable del envejecimiento. Ser más competentes en el trabajo que los hombres, por aquello de demostrar su eficacia día a día, para ganarse el respeto masculino que si llega, casi nunca se traduce en reconocimiento de ningún tipo. Cuidar de sus relaciones sentimentales y emocionales con su familia y amigos. Algo que es vital para ellas, pero en donde no encuentran ni el apoyo ni la empatía necesarias. Ente otras cosas porque para ello se necesitan tiempo, serenidad y equilibrio. 
¿Y de donde lo van a sacar con semejante estrés vivencial?  

- Y como última consecuencia de esta des unión femenina, está la falta de autoridad y potestad sobre sí mismas. 
Al romper el vínculo ancestral que las unía física y espiritualmente a otras mujeres, las féminas han perdido la fuerza y el poder que les otorgaba una identidad propia y orgullosa de ser femenina.
Repleta de valores y rasgos útiles, pero que en una sociedad como la nuestra (aún patriarcal), se toleran pero no se valoran ni a veces respetan. Incluso en algunos casos, se desprecian por considerarlos inútiles o impulsores de actitudes que podrían enterrar y acabar con los privilegios, que los hombres mantienen en la sociedad patriarcal. 
Creer que el sistema va a permitir que ciertas cualidades femeninas, se expandan en sus instituciones ordenadas, normalizadas y de espíritu competidor, es ser algo ilusos y poco realistas.

Es el momento de responsabilizarnos como seres humanos, con suficientes talentos y dones, no solo útiles para sobrevivir,  sino para crear una sociedad según nuestras naturalezas, a nuestro propio servicio y no al del sistema patriarcal.  

En el próximo blog hablaré de la segunda razón por la que las féminas, no conseguimos o no queremos ejecutar nuestro innato poder. Es el dominio de nuestro cuerpo. No solo para expresar belleza y erotismo (que también es un buen poder, si se utiliza correctamente), sino como herramienta combativa.

Y del tercer motivo: La mujer actúa y utiliza en muchos casos, los mismos valores patriarcales que luego critica y condena, según su propia conveniencia. 


Margarita Basi