lunes, 7 de diciembre de 2020

 



                  LA HIPOCRESÍA FEMINISTA Y LA LEY TRANS


Si la nueva propuesta sobre la ley trans está siendo tan polémica no es porque amenace los derechos fundamentales de las mujeres, y por los que tanto el feminismo ha luchado durante décadas, sino porque saca a la luz la doble moral, la hipocresía, el egoísmo, y la falta de empatía, con la que parte del colectivo feminista, se revela al ver como esta ley bien podría poner patas arriba las bases ideológicas de una parte del feminismo, y que contradicen y amenazan sus reglas obsoletas e injustas, porque anteponen el mantenimiento de unos privilegios con los que el feminismo lleva años beneficiándose a costa de perpetuar el marginalismo y la precariedad con la que la mayoría de las personas trans (y todas aquellas que no se identifican con ese tipo de feminismo) viven a diario. 

Si nuestra sociedad patriarcal no nos hubiese adoctrinado en la politización de la identidad como forma de control social de los individuos y como medio de hacernos sentir personas que se identifican antes por unos valores y atributos concretos según estos pertenezcan a uno u a otro sexo. Nadie pondría el grito en el cielo ante una ley que propone dotar a las personas trans, o a aquellas que no se sienten identificadas con el binarismo sexual masculino o femenino, de un reconocimiento social, normalizando en lo posible su derecho a devenir y expresarse como ellas decidan, incluso renunciando a cualquier tipo de género y auto denominarse simplemente "personas". 
¿Por que hemos de permitir que nos clasifiquen en algo que no nos identifica? Porque solo así formamos parte de un control estadístico con el que los colectivos, las organizaciones y los estados pueden manipularnos a su antojo con el fin de persuadirnos para entrar a formar parte de sus filas ideológicas.  No hay otra finalidad que esa. 

Y todos aquellos que rechazan actitudes que persiguen el libre reconocimiento, la libre expresión identitaria o de pensamiento (como están haciendo ciertos grupos feministas), alegando que con ello se pone en peligro otro tipo de derechos y libertades, es porque hay un inmenso temor a perder los privilegios que la ideología feminista sostenía, y que ahora, ya no pueden mantener por más tiempo.

Estas feministas reniegan de todo aquel que no comulgue con su ideología culpándolo y responsabilizándolo de hechos que nada tienen que ver con el modo particular que estas personas tienen de identificarse como seres humanos. Es más, creo que este tipo de feminismo anclado en la queja y en la crítica sistemática al hombre, y a todo aquel que no se comparte o piense como ellas, es tan o más responsable (por ser este un colectivo durante años perseguido y maltratado por la sociedad patriarcal) del ostracismo, la marginalidad y el sufrimiento que las personas trans, queer, etc... sienten. 

Este tipo de feminismo, y ante la posibilidad de ver mermados sus privilegios y estatus a causa de la ley trans, se revuelve y envenena a la opinión pública, alarmándola y previniéndola de las consecuencias trágicas y absurdas que la aprobación de una ley como esta provocaría. Y lo hacen poniendo a los trans, y a todas aquellas personas que se verían favorecidas con esta ley, como chivos expiatorios.
Ya no es el hombre ni su machismo, ya no es el patriarcal poder hetero centrista el responsable de los males del feminismo. Son los marginados, aquellos seres que no se identifican con el modelo de mujer al que aspira el feminismo como único y válido, quienes son los verdaderos responsables de que: aumente la violencia machista hacia las mujeres, aumente el número de individuos que decidan identificarse como "no género" o transexuales, y por tanto, aumenten el número de operaciones de cambio de sexo y se incremente la terapia hormonal. De hecho he llegado a leer un artículo de una refutada periodista de la Vanguardia, que decía como una ley como esta induciría al aumento de los vientres de alquiler.
!Que demonios tendrá todo esto que ver con que se proteja a individuos marginados socialmente tan solo por querer identificarse de la manera que les venga en gana!

Quizás el quid de la cuestión siga siendo, por un lado, la negación a superar el modelo binario masculino- femenino por no saber (o no querer) como integrar otras formas de identidad. Y por el otro, la necesidad y prioridad  de pertenecer a un grupo identitario, excluyente y diferenciador de todo aquel que no postule según nuestra ideología. Antes que anteponer la ética, la compasión, la solidaridad y la tolerancia hacia distintas formas de ser.

Porque ser diferente y genuino significa ser libre y creativo para expresar mi humanidad y poder compartir y enriquecer, con mis diferencias y afinidades, a los demás.


MARGARITA BASI.



miércoles, 16 de septiembre de 2020


                                           HOMBRES QUE NO LEEN A LAS MUJERES  

                          (PORQUE A LA MAYORÍA DE ELLAS PARECE NO IMPORTARLES)


Escribía Laura Freixas en un artículo de la Vanguardia el pasado lunes 14 de Septiembre titulado "Hombres que no leen a las mujeres", varias razones por las que los hombres no leían a penas libros escritos por féminas, así como las consecuencias que algo así provocaba en la sociedad y en la cultura. Principalmente discriminación hacia la figura femenina, por no desvelar toda la riqueza cultural, artística, e intelectual que permanece aún oculta lejos de los libros de texto, por ejemplo, con los que los jóvenes aprenden a reconocer y a valorar lo que en un futuro serán las bases con las que construirán sus pensamientos y emociones para relacionarse en sociedad.  

La periodista se preguntaba cómo iban los hombres a empatizar con los valores femeninos como la maternidad, la amistad entre mujeres, o la ambición femenina, si no leen libros escritos por mujeres. Y sin embargo, nosotras, llevamos siglos acostumbradas a escuchar, obedecer, leer, y aceptar el modelo masculino. 

Es por ese hábito por el que la mayoría de mujeres o bien luchan contra él criticándolo, o llegan a mimetizarse de tal forma con él, que incluso, les llega a parecer más interesante que el suyo propio. 

¿Porque a las mujeres nos interesan tanto los temas femeninos como los masculinos, y en cambio a ellos tan solo los que hacen referencia a su género?

Porque ellos son los creadores intelectuales del mundo desde el principio de los tiempos, y nosotras el medio por el que ellos trascienden. Los hombres, como seres superiores, que aún muchos creen que son, necesitan a la fémina para parir a sus herederos, criarlos y servirles a ellos evitándoles hacer las tareas mundanas y cotidianas tan banales e impropias para que un hombre pierda su estimado tiempo en ellas.

¿Porque seguimos comprando libros de hombres, trabajando en un mundo de hombres, con reglas de hombres (que nos discriminan y subestiman en el mejor de los casos), amando según el modelo romántico inventado por hombres, seduciendo a hombres con nuestro cuerpo y no con nuestra inteligencia, cuando acorraladas, tratamos de superar la barrera imposible con la que ellos elevan día a día un techo de cristal imposible de romper?

Porque seguimos creyendo, amando, y admirando más al hombre que a nosotras mismas. Seguimos ancladas en ellos por pura supervivencia. Nuestro cerebro reptiliano, como decía Claudio Naranjo, sigue dominando nuestras vidas haciéndonos creer que para sobrevivir o vivir plenamente necesitamos del hombre.

No es el hombre quién debe empezara a leer a las mujeres, porque no lo harán sin un fuerte estímulo que les provoque hacerlo. Y esa motivación solo se puede activar cuando las mujeres se unan entre ellas para trabajar conjuntamente en la creación de un mundo hecho a su imagen y semejanza. 

Olvidar compararse continuamente con lo que el hombre tiene y nosotras carecemos. Somos aptas para vivir como queramos vivir. ¿Porque no empezamos a hacerlo ya? 

Esta es una revolución que está por venir. Pero me temo que la mayoría de las mujeres prefieren seguir sumergidas en la queja y en el victimismo antes de reconocer que no han superado la fase atávica de complejo de inferioridad con respecto al hombre. Ese sería ya un buen comienzo. El resto vendría solo.   

No se pregunte porque no nos leen los hombres. Antes, pregúntese porque nosotras seguimos sin leernos, sin amarnos, sin respetarnos, sin valorarnos como seres humanos y no solo como féminas que han de vivir según ese rol. Pregúntese porque las mujeres son sus peores enemigas, llenas de culpabilidad, de miedo a sentirse vulnerables, de pudor hacia su cuerpo o desprecio hacia él, de una capacidad brutal para sufrir hasta perder la vida por alguien que las desprecia y maltrata, de responder con sumisión y obediencia ante el poder de un hombre que las mantiene económicamente o les ofrece una relación tóxica basada en el dominio y sumisión.....

Entonces se dará cuenta de como tan solo un pequeño círculo de mujeres intelectuales, ejecutivas, o con un nivel cultural alto y economía estable, no representan a la gran mayoría de féminas olvidadas y abandonadas principalmente por nostras.  

Porque resulta más fácil señalar siempre al hombre como foco perpetuo de nuestros males evitando así ahondar en nuestra responsabilidad femenina hacia otras féminas con menos suerte y que necesitan más que nunca de nuestra revolución para ser libres.   

Margarita Basi.

sábado, 18 de julio de 2020



                  ¿CUANTO HAY DE AMOR Y DE EGO EN LA AMISTAD?

    

Hay quienes opinan que aguantar desaires, menosprecios sarcásticos, y engaños con las que muchas amistades se cobran su derecho a serlo, es el precio a pagar si uno no quiere acabar solo y aislado sin vida social con la que, en mayor o menor medida, casi todos los mortales se sirven para tapar sus miserias sacando a relucir las de sus amigos y así escapar de sí mismos.
Entre otras cosas porque las personas así no se aguantan ni a ellas mismas, porque están vacías por dentro como un viejo tronco reseco, y porque la única forma que encuentran de dar sentido a su vida, es malmeter y juzgar a sus amistades por creer que tan loable sentimiento les da derecho a servirse de sus amigos para satisfacer su ego dependiendo de su estado anímico. En otras ocasiones muestran una empalagosa generosidad con la que tratan de compensar las coces que anteriormente repartieron por tener un mal día.
Pero donde la dinámica general de una amistad al uso muestra todo su esplendor y cotidianidad llegando a ser, si cabe más perversa, es cuando utiliza el sutil engaño y la manipulación para enganchar a los amigos en su red relacional en donde unos y otros se valen de la necesidad mutua y casi atávica de formar parte de un grupo a toda costa. Y es entonces cuando todos ellos se convierten indistintamente en víctimas y verdugos, sometiéndose o dejándose dominar según se tercie, porque lo importante es pertenecer a alguien y no estar solo.

Este tipo de amistad ofrece también grandes momentos de diversión y placer, sobre todo cuando las partes integrantes del grupo se encuentran en un momento personal similar. Las reuniones, fiestas, celebraciones, cenas y viajes de placer, son potentes formas de arraigo que más adelante, cuando regresen las rencillas y los enfrentamientos, servirán de cola adherente con la que restaurar los pedazos de orgullo, dignidad y autoestima que se han perdido o mancillado.  

Estas personas que creen que el valor de la amistad es más una moneda de cambio con la que intercambiar intereses comunes, que un sentimiento que impulsa a desear el bienestar de un amigo a pesar de que el mío no pase por sus mejores momentos, nunca le dirán a un amigo la verdad.
Cuando digo "verdad" me refiero a aquello que es embarazoso, desagradable y que probablemente al desvelarlo pudiera desestabilizar la relación de amistad que hasta entonces se mantenía. Un sentimiento doloroso, un secreto, algo que nuestra ética y moral nos anima a desvelar por creerlo justo, pero nuestra razón nos insta a ocultarlo.

Para mi la amistad siempre ha sido, o al menos así he querido que fuese, algo más que un mero intercambio de aficiones e intereses mutuos.
Con los años y con la experiencia de varios tipos de amistades en mi haber, he aprendido a disfrutar de la compañía selectiva de cada vez menos personas conocidas y más desconocidas. No necesito estar en un continuo contacto con mis allegados o amigos porque me siento igual de bien sola como acompañada. 
Me he deshecho de muchos amigos a lo largo de mi vida y seguiré haciéndolo siempre que descubra que mi amigo da más valor a sus creencias o ideologías que a los sentimientos que compartimos; cuando lo que le una a mi sea su necesidad de ego más que sus sentimientos, cuando no me sienta cuidada por él, cuando sienta que no tiene ilusión por compartir momentos conmigo, cuando no me escuche activamente en mis momentos más oscuros, cuando me mienta.

Soy consciente de que siempre habrá momentos en los que estando a solas conmigo misma echaré en falta la compañía de alguien, pero ahora mi soledad es placentera y liberadora. 
Lograr sentirse igual de bien (aunque de distinta forma) con o sin compañía, es de las hazañas humanas más prácticas, gratificantes y enriquecedoras a las que un ser humano puede llegar.


Margarita Basi