sábado, 29 de octubre de 2016





                                       ESCRIBIR



La escritora Elizabeth  Strout escribe en su novela: “Me llamo Lucy Barton”, que una escritora debe ser implacable. Y qué aunque escriba muchas novelas, tan solo escribe una sola historia en ellas.
Lo que yo entendí al leer esto, es que un escritor que siente la necesidad de escribir desde su más interior visceralidad, debe dejar a un lado los convencionalismos, lo políticamente correcto o el interés del lector. Y dejarse absorber por su propia tragedia, siendo implacable y valiente para exprimirla gota a gota, en el papel que le brinda la oportunidad de liberarse de su propio drama.
Y al hacerlo no solo ofrece al mundo el regalo más valioso que un ser humano puede compartir con otro: su vulnerable creatividad. Sino también desvelarse a sí mismo en otra dimensión. Relativizar su tragedia, su vergüenza, su ira, su soberbia, su miedo….. Porque al entrar como tercera persona en la propia vida, toma una distancia terapéutica que si bien no borra sus hondos y cicatrizados sentires del pasado, si puede abrir un profundo e insondable vacío en su corazón, en donde ir abocando no solo su dolor cuando éste retorna como los villancicos en navidad. Si no también para extraer de sus fauces, la inspiración necesaria cuando ésta llama a su puerta.
   
Y solo existe una historia en cada escritor. Y es probable que esa vulnerabilidad habilmente maquillada o no, se deslice con distintas caras y versiones una y otra vez en cada uno de sus relatos. Pero seguramente en algún momento en la vida del escritor, éste sentirá la pulsión irracional y sentida de ser implacable, irreverente y demoledor.
Y es ahí donde estará su verdadero éxito, independientemente de si es o no es reconocida su obra. 
 
Porque la fuerza, la rabia y el miedo que anidan y permanecerán siempre en su estómago, provienen de una experiencia única, potente y mayormente dolorosa. Que solo plantándole cara dará como fruto una buena novela. No puede ser de otra manera.



Gracias a todos los escritores valientes e irreverentes, que me han alentado y siguen haciéndolo a escribir desde el pozo de mis dramas y alegrías.  



Margarita Basi.