lunes, 29 de junio de 2015



   LA HOMOFOBIA Y LA MASCULINIDAD PATRIARCAL.


Así como las mujeres en general, intentan imitar los valores masculinos como la competitividad, el liderazgo, la fuerza de decisión, la agresividad etc... En su camino hacia lo que creen su realización personal y femenina. Los hombres intentan, a través de acciones, ritos y actitudes, diferenciarse y alejarse al máximo, del modelo femenino  que para ellos es pasivo, dulce, protector y delicado....) , pero sobretodo distanciarse del modelo que para ellos podría interpretarse como homosexual. Ese es en realidad su gran miedo.   

Los hombres en ese intento y lucha por diferenciarse de lo femenino y homosexual, van perdiendo puestos y fuerza volviéndose o más agresivos o maternales, sumisos e inseguros.
Sin embargo el miedo a ser confundidos como homosexuales es igual de fuerte en ambos casos.
La misoginia y la homofobia  aunque persisten afortunadamente  han ido disminuyendo, ya que ambas eran el resultado más evidente de la respuesta masculina antigua y patriarcal, a la acción femenina.

Ahora existe un sentimiento de culpa masculino que debe ser ser restaurado ya que sino, la maternalización  y debilidad así como las puntas de agresividad y violencia masculina, seguirán siendo los modelos masculinos del futuro.
La razón por la que el hombre deviene homofobo o misogeno es que éste no ha aceptado su parte femenina: su "animus femenino".
Tan solo cuando el hombre reconozca su virilidad y masculinidad como un compendio de fuerza, valor, instinto protector ("animus masculino" ) junto con la  sensibilidad, la empatía, la emocionalidad y compasión, podrá llegar a ser un verdadero hombre y establecer sanas y buenas relaciones con otros hombres y sobre todo con las mujeres.

La homofobia parece ser la respuesta al mundo a convertirse o a conectar con el homosexual, o la pulsión reprimida de todo hombre a poder convertirse en homosexual. 
¿Porque ese miedo? Si el hombre aceptara sus rasgos femeninos como lo hace con los masculinos, dejaría de sentir no solo rechazo hacia quién es sexualmente diferente a él aun siendo hombre, sino que mejoraría su masculinidad haciéndose más atractivo a los ojos de las féminas y más respetable y viril hacia los de su mismo sexo.

Cuando un hombre se muestra frío o distante a acariciar a un niño, a abrazar a un anciano o a besar amistosamente a otro hombre, no lo hace porque no tenga esos sentimientos, sino por miedo a que le confundan con alguien que no es y teme ser: un homosexual.
Estos hombres dejan de mostrar cariño, caricias y contacto físico con sus propios hijos, relegando  estos sentimientos  en manos de sus madres, quienes deben soportar todo el peso de la crianza de sus hijos, volviéndose éstas en muchos casos duras y castradoras en su relación con sus hijos varones, pues deben hacer también de padres.
El resultado es evidente; los hijos varones crecerán con más posibilidades de desarrollar misoginia u homofobia porque verán en su madre ( figura femenina que asociarán siempre que se relaciones con una mujer) el símbolo de la negación del padre ( figura masculina en general).


Margarita Basi.          


                

jueves, 25 de junio de 2015




                                                LA HOMOSEXUALIDAD


Curiosamente en el pasado y en sociedades como la antigua Grecia clásica, la homosexualidad no era tan solo bien vista, sino que no experimentarla suponía en un hombre no haber alcanzado la madurez masculina necesaria, a la vez que representaba colocarse en un inferior escalafón cultural.
Las relaciones intimas entre hombres eran necesarias para desarrollar aspectos elevados de conciencia e intelecto, no solo eran vehículo de placeres carnales. Porque el hombre solo concebía a otro hombre como igual fuente de poder, sabiduría y excelencia personal, así pues era algo obvio y natural intimar profundamente en esas relaciones, pues hacerlo solo con mujeres tan solo aportaba un placer físico pasajero. Las mujeres entonces ni siquiera eran tratadas como ciudadanos libres ni como personas. Eran cosas con una utilidad concreta nada trascendente ni espiritual.

Las relaciones homosexuales se entendían como previo paso para alcanzar la verdadera masculinidad, aquella que solo entre hombres se puede conseguir.

Hoy día las familias siguen una pauta bastante patriarcal por norma general; el padre es el más ausente del núcleo familiar y sigue representando al proveedor y cuidador del sustento familiar, la madre por el contrario aunque trabaje fuera del hogar, es quién más tiempo pasa en él cuidando de los hijos: su educación, su salud, su afectividad..... Todo.
El hijo varón observa a su padre y ve en éste o a un ser desconocido y distante, a veces inaccesible o/y a un ser desvirilizado y despreciado porque no manda ni en su propia casa.

El hijo no encuentra en su padre los valores masculinos necesarios que éste requiere para afianzar una saludable masculinidad futura.
Los niños curiosamente aceptan mejor la autoridad maternal, que la sumisión, la falta de arrestos y de decisión de un padre absorbido por las preocupaciones del día a día y que solo desea llegar a casa y desconectar.
Cuando más sumiso es el padre y más permisivo en la educación de su hijo y menos presente está en esta fase de crecimiento, más autoritaria y castradora es la madre.
Entonces el pequeño varón alimentará en su inconsciente rabia y dolor hacia lo femenino porque éste lo asocia a su incapacidad de desarrollar su potencial masculino, ya que quién debería hacerlo, su padre, se retira de escena dejándolo solo a merced de su madre.

Este sentimiento y dependiendo de la sensibilidad y carácter del niño hará que éste tenga más probabilidades de sentirse atraído por el sexo masculino o se convierta en misógeno u homófobo.  

La sociedad actual intenta dotar a los futuros varones de ideales masculinos que desarrollen su virilidad olvidando, que ésta no se fragua en los campos de fútbol o en los rituales de iniciación brutales en donde el hombre debe resistir lo indecible si quieren demostrar a los demás su hombría. 
Donde la sana virilidad surge natural y bella, es a través de las adecuadas relaciones paternales que este varón haya tenido con sus progenitores.
Las actividades que creemos masculinas y que ensalzan valores como; la competitividad sin limites, la crueldad por rechazar a quienes su sensibilidad e inteligencia les impide seguir en esas actividades, etc.... Tan solo acaban socavando otros valores como la compasión, la empatía y la expresividad emocional en los varones, potenciando principios nada realistas con la verdadera identidad masculina.

"La masculinidad del mañana será no tanto el resultado de una ruptura brutal con el mundo femenino pero no por ello dejará de existir con su propia fuerza y fragilidad". Elisabeth Badinter.  


Margarita Basi. 

miércoles, 17 de junio de 2015



             PROCESO DE CRECIMIENTO AFECTIVO Y                                  EMOCIONAL  DEL HOMBRE.         


"La cantidad de amor materno es tanto más crucial cuando se trata de un varón. Un exceso de ese amor le impedirá transformarse en un macho, pero su carencia le puede enfermar mucho más que a una hembra." Elisabeth Badinter.

El futuro hombre deberá aprender a diferenciarse de su madre y romper el vinculo suave, cariñoso y dulce. Puede que al niño-adolescente le cueste más hacerlo, cuanto más posesiva e insegura sea su madre, pero más tarde o más temprano el varón romperá ese vinculo. Sin embargo si el niño no fue amado pasará el resto de su vida buscando ese amor y será doloroso.

La sociedad llama "Comportamiento masculino" a una serie de maniobras defensivas que el hombre pone en marcha con la intención de negar sus pulsaciones femeninas que son; temor hacia las mujeres, a imitar sus gestos, a su ternura, a prestar demasiada atención a otros y a ser confundidos como homosexuales.

Aunque la verdadera masculinidad nada tiene que ver con esto.
 
"El principal riesgo que corre el varón no es el miedo a la castración, sino el miedo a parecer femeninos". E. Badinter .

Según Badinter una sana y equilibrada identidad masculina depende de una también equilibrada relación afectivo-limitativa con la madre.
Que consiste en haber tenido el calor materno sin fisuras durante la primera infancia pero ya entre los ocho y diez años, este vinculo debe ir transformándose en otro más laxo y dejar paso al vinculo paterno filial. Solo así el futuro hombre desarrollará el respeto y admiración necesarios en el genero femenino a la vez que desarrolla una buena masculinidad.

Según Nancy Chodorow e inspirándose en el  trabajo de Lillian Robin, ésta cree que la agresividad masculina hacia la mujer, puede deberse a que el niño fue rechazado precozmente por la madre antes de que éste tuviera tiempo de establecer un contacto de identificación masculina paterna, así pues el niño crecería idealizando lo masculino y odiando los valores femeninos.
Esta consecuencia no es fruto de la arrogancia sino del miedo que siente el niño al verse obligado a rechazar la presencia "todopoderosa" de su madre.

El hombre vive inconscientemente interno en una lucha antagónica entre su deseo de volver al "núcleo materno" del que añora su calor, caricias y confort, y su deseo también de alejarse de él porque representa la pasividad y la feminidad que tanto le asustan.

Son los hombres más sensibles y frágiles quienes más dolidos, no pueden luchar y mantenerse estables contra esta fuerte contradicción y caen irremediablemente en "un odio a lo femenino".

Los niños que sintieron a una madre asfixiante y posesiva tienen más probabilidades de convertirse en homosexuales o misogenos.
Aquellos que por el contrario tuvieron una madre ausente, o vivirán reprimidos y actuaran como un "calzonazos" o serán violentos y agresivos con las féminas. 


Margarita Basi.        

        

lunes, 15 de junio de 2015

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                      LA VULNERABILIDAD ES BELLA    


Hace escasas dos semanas conocí a una persona que enseguida llamó mi atención, por no decir que me cautivo.

Quizás penséis que fue su porte, su elegancia, su exquisita diplomacia y naturalidad, su mirada risueña, su aspecto deportivo y varonil..... No. Lo que hizo que sintiera una atracción inexplicable hacia aquel hombre no fue nada de esas sus también cualidades, fue su vulnerabilidad escondida.

Este hombre cree que mientras tenga bien tapados sus sentimientos en el fondo de su mundo interior casi inconsciente, más control y satisfacción obtendrá en su vida. Pero se equivoca porque es todo lo contrario.
Siento que este hombre ha sufrido mucho cuando era un niño o adolescente, quizás no sintió el abrazo poderoso, firme y cariñoso de su padre, ni el amor incondicional de una madre que solo sabe dar sin pedir nunca nada a cambio.
Por esta razón vive ausente de una realidad que el se ha hecho a medida de su personaje; un rompe corazones, seductor y triunfador que absorbe solo la superficie de las cosas y personas que le rodean para no tragar algún sentimiento o emoción que podrían alterar su delicada personalidad, que se basa principalmente en evitar y ocultar cualquier muestra de debilidad es decir; de sentimientos.

Yo también  estuve allí, yo también fui victima y verdugo de mis emociones no resueltas. Me hicieron daño e hice mucho daño también. Pero tan solo hay una manera de ser completamente libre y de sentir el amor, el cariño, la compasión y respeto por nosotros mismos: Dejar que nuestro corazón vomite sus penas y traumas a aquellas personas que deben recibirlas, pedir perdón a quienes hemos  herido y finalmente, sentir todo el amor y compasión tanto hacia aquellos que nos hirieron, como hacia aquellos a quienes hicimos sufrir.
No es fácil, necesitarás rodearte de personas que te apoyen y te sirvan de modelo a seguir, pero las encontrarás solo cuando dejes de pensar que ser vulnerable es sinónimo de debilidad.

Lo más atractivo de un hombre son precisamente sus momentos de intimidad emocional, en donde regala a escasas personas su parte más intimista y autentica, y cuando lo hace con las personas adecuadas, solo puede recibir el mismo regalo. Sean amistades, familia o su pareja, esas relaciones cambiarán de tal modo que parecerá que ha vuelto a nacer.

Nunca podremos llegar al vacío interior que toda persona sensible lleva en su interior, por una razón muy simple; ni nosotros mismos podríamos llegar a conocer lo que  se esconde allí. 
Sin embargo si podemos comunicar sin miedos nuestras inquietudes, emociones y sentimientos a quienes dan muestras de complicidad y confianza para hacerlo, porque sin esa vulnerabilidad el ser humano deviene un ser intelectual, racional y pragmático que seduce con su mente privilegiada a quienes son como él, pero nunca podrá llegar a sentir  la grandeza que se esconde en su corazón. 

Recomiendo un libro que trata sobre este tema; " El amor excelente", Fady Bujana. Editorial Edaf.


Margarita Basi.           
   

    

          

jueves, 11 de junio de 2015



                                            LA IDENTIDAD MASCULINA
                             SE FORJA EN FEMENINO.

Según los últimos estudios realizados en psicología y neuropsicología masculina, se ha descubierto que no existe una única masculinidad o modelo universal masculino, sino que que éste se construye a modo de ideología que tiende a justificar su tendencia de dominio para defenderse o autoafirmarse delante de la mujer.
Según Badnter el hombre se construye con un solo fin; diferenciarse y alejarse lo más posible de la mujer, aunque para una correcta y sana construcción de su masculinidad, el hombre depende más de la influencia que ha recibido de su madre que la que ha adquirido de su padre durante su infancia.

Badnter así como David Gilmore aseguran que las bases de la masculinidad en un varón, las proporciona la madre o figura femenina durante la etapa de la primera infancia. 
Una madre excesivamente protectora, ansiosa  o ausente, dejará en el varón una huella de inseguridad y miedo que se traducirá en distintas pautas de masculinidad:
- Hombres sumisos, débiles y en busca siempre de parejas que les hagan de mamá.
- Hombres infantiles, inmaduros, casanovas, promiscuos o con tendencias adictivas.
- Hombres que odian a las mujeres porque los abandonaron cuando más las necesitaban. Son violentos, irrespetuosos y agresivos en sus relaciones con ellas.

Éstos hombres tampoco han sido protegidos o cuidados por sus padres, pues éstos no estuvieron presentes para impedir que sus madres dejaran de influir en ellos tan negativamente.
Por ello, y esta es una etapa crucial en la buena construcción de la masculinidad de un hombre, cuando ya adolescentes logran desembarazarse del yugo femenino que les ahoga, no encuentran espejo masculino en quién verse reflejados. Porque aunque entonces su padre muestre cierto interés en ellos y quiera recuperar el tiempo perdido, el daño ya está hecho, la herida ya es demasiado profunda.

Los expertos, aunque en esto hay discrepancias, aseguran que el rol femenino ideal que debe fomentar una buena masculinidad en un niño varón, es aquel en el que la madre no está ausente, es cariñosa y nutre de amor y seguridad al pequeño a demanda. Sin embargo a la edad entre los tres y seis años, ésta empieza a emanciparse de su hijo enseñando a éste , a jugar solo y a aprender de sus propios errores. Le pone limites cada vez mayores en función de su edad sin por ello dejar de abrazarlo y acariciarlo.
A los siete u ocho años , la madre seguirá presente y vigilante pero ya no es necesario un acercamiento tan físico como antes porque el niño necesita en esta etapa explorar y contactar con la figura paterna o masculina en cuestión. 
Si por fortuna, el niño tiene la suerte de tener esa figura que le arranque de los brazos tiernos y agradables de su madre con la suficiente firmeza pero con el cariño masculino y poderoso, con toda seguridad será un hombre en el futuro con una fortaleza, sensibilidad y carisma masculino difíciles de encontrar y que le harán sentirse un hombre completo en lo  emocional, espiritual y físico.
Porque se habrá sentido querido y cuidado por su madre pero también le agradecerá la libertad y las alas que le ha ayudado a construir para volar solo; eso le aportará toda la seguridad que su masculinidad necesita. Por otro lado su padre le habrá recogido en una edad temprana aun, en la que el niño podrá aprender los gestos, los modos, el lenguaje y la experiencia masculina con total naturalidad. Su padre habrá estado cuando más lo necesitaba.
  
"El hombre llora la rabia, angustia y miedo a las mujeres. Su impotencia es la pérdida de referencias, odio a sí mismos y a los demás.... El hombre por fin expone abiertamente sus heridas".
Robert A. Jhonson.

Por fin ya son muchos los hombres que se atreven a mostrar su vulnerabilidad y fragilidad emocional porque desean curar sus heridas, y para ello el primer paso es reconocerlo.
Nosotras estaremos atentas y seremos sensibles a su llamada para escucharlos y tenderles una mano, no les dejaremos solos, esta vez no.

Margarita Basi.  
     

lunes, 8 de junio de 2015



                     HISTORIA DE LA EVOLUCION DE

                                   LA MASCULINIDAD.


Siguiendo con el libro de Elisabeth Badnter; "XY, Identidad masculina", la autora hace un amplio repaso de como los estilos masculinos a lo largo de la historia, han ido evolucionando.
Brevemente resumo a mi entender lo más esencial.
Según Badnter es en el siglo XVII donde empieza la primera crisis de la masculinidad. A finales de este siglo también llamado de las luces, los hombres ricos y cultos empiezan a diferenciarse de la plebe, especialmente por sus maneras y formas delicadas de expresarse. Así es como se inicia un camino de no retorno en el que el hombre pasará épocas en las que se mostrará más delicado y sensible y en otras retrocederá bruscamente en busca de sus raíces viriles más agrestes e instintivas.
La revolución francesa romperá  la sensibilidad burguesa durante unos años dando paso de nuevo a los estereotipos patriarcales masculinos. 
Al final del S. XIX se forjarán  las futuras bases del primer feminismo, pero la llegada unos años más tarde de la primera guerra mundial devolverá a la mujer al hogar, sumisa y silenciosa.
En general Badnter distingue dos formas de entender la masculinidad; una más flexible e influenciable con el mundo femenino al que respeta y apoya, y otra más separada de lo femenino y emocional.
Los países anglosajones son quienes viven esta segunda más intensamente.
La Revolución industrial cambió drasticamente el concepto y la identidad masculina de millones de hombres.
Hasta entonces el padre trabajaba en su casa bien fuera en el campo, como ganadero o artesano. El padre transmitía a su hijo varón los valores no solo del trabajo, sino aquellos que forjan la masculina identidad de un niño: la seguridad, el orgullo, la autoestima y la varonilidad fruto del respeto y profunda admiración a la figura paterna.
La llegada de las máquinas primero y luego la intelectualización del trabajo, hicieron que el padre de familia tuviera que marchar del hogar para ganarse la vida. El varón a veces ya casi adolescente, quedaba al cuidado y supervisión absoluta de su madre, y este hecho provocaba una profunda pérdida:
El hijo perdía la seguridad masculina pues ya no tiene modelo a seguir, perdía la admiración y el respeto paterno porque no sabía que hace su padre todo el día alejado del hogar. Y además el hijo se sentía abandonado por quién más necesita, y empujado a las faldas femeninas a las que ya por su edad no le convienen ni las necesita.

Todo niño o joven varón necesita un cierto grado de calor femenino y nutrición emocional, sin embargo a cierta edad ( es difícil concretar, dependerá de cada niño), 8, 9 10 años el niño debe sentir como su madre o figura femenina se aleja de él pero no para abandonarlo, sino para dejarlo en las manos viriles de un padre o figura masculina que lo recoja y le transmita los valores anteriormente mencionados, a los que una mujer no tiene acceso ni debe tener.
Hemos perdido la iniciación y el ritual masculino que todo joven antes recibía de su padre o de la comunidad masculina.
Los varones necesitan recuperar esos valores pero ¿Cómo hacerlo si sus padres están perdidos sin orgullo ni seguridad masculina y sus madres dependientes, posesivas o agresivas les arrastran a su mundo femenino, sin respetar su idiosincrasia y diferencia de varón?

En el próximo blog os hablaré de las consecuencias de esta situación y de las posibles acciones a tener en cuenta para recuperar la sana masculinidad en el hombre.

Margarita Basi.   

    
    

jueves, 4 de junio de 2015



                                 LAS DIFICULTADES

                                 DE SER HOMBRE.


La literatura y la bibliografía en general no solo feminista o de auto ayuda, está llena de opiniones, teorías y consejos destinadas al público femenino al que consideran objeto y objetivo de los dardos que la sociedad patriarcal lanza a destajo hacia las féminas, en su imparable conquista del mundo, dejando a éstas en inferioridad de condiciones frente a los hombres.

En parte así es, sin embargo si profundizamos en las raíces psicológicas y antropológicas del varón, observaremos para nuestra sorpresa, como éste no lo tiene nada fácil y hasta me atrevería a decir que en aspectos muy importantes de su personalidad y genética, está en inferioridad de condiciones con respecto a las hembras.

Según explica Elizabeth Badnter en su libro; " X Y, identidad masculina", ser hombre implica un trabajo y un esfuerzo que no parece exigirse a una mujer.

Es mucho más raro dice ella, oir: "Se una mujer", a modo de invitación al orden.

Al hombre se le desafía constantemente  con un: "Demuestra que eres un hombre", y la demostración exige unas pruebas de las que la mujer está exenta.

Desde la construcción del patriarcado al hombre se le exige ser el más fuerte, el más inteligente, el más valiente, el más responsable, el más creador, el más racional y por supuesto el mayor proveedor de la economía  familiar. Y ese "más" justifica su relación jerárquica con las mujeres.

Algo sorprendente; ellos se quejan cada vez más de esa presión, pero ellas en contrapartida les exigen y esperan que así siga siendo, siempre y cuando esto les beneficie. Aunque cuando no es así les reprenden por ello.

Pierre Bourdien constata: "Ser hombre es de entrada hallarse en una posición de poder: "La ilusión viril es el fundamento de la libido dominante". La mujer por el contrario se mide como menos perfecta y solo porque la medida con la que ésta se mesura, es según el modelo masculino y patriarcal.

Antes de que el "boom feminista" rompiera los esquemas sociales tradicionales masculinos y femeninos, existían dos mundos muy diferentes pero perfectamente complementados:
El femenino: la mujer reina en el hogar como Diosa omnipotente ( ni su marido ni nadie osa perturbar el orden femenino del hogar porque ella impone y marca las normas de éste, y el hombre respeta y acepta ese poder ya que le otorga más beneficios que problemas).
El masculino: el hombre es el Rey del mundo exterior, social, político y económico. El reina y dirige como y de que manera construye e interactua con el mundo exterior.
El hombre según el modelo patriarcal es legible, transparente y socialmente activo. La mujer por el contrario es extraña e incomprensible.

Al cambiar los roles masculinos y femeninos tradicionales que han llevado al hombre y a la  mujer a compartir los mundos a los que hasta hace poco, no podían tener acceso, ha conmocionado sobretodo, la masculinidad, que no ha podido ni sabido reinventarse para adaptarse a esta nueva realidad.

El hombre define su identidad masculina en relación a como y de que manera se diferencia de las mujeres. Y las mujeres definen su feminidad en tanto se comparan y emulan a los hombres.

En el próximo artículo ofreceré la visión de Badnter sobre las causas profundas y consecuencias,  de esta crisis de identidad masculina, silenciosa, inconsciente a veces, pero no por ello menos real y dolorosa para muchos hombres, que buscan sin lograrlo una parte de su masculinidad que quedó en algún lugar al que no pueden acceder. 


Margarita Basi.

                 

lunes, 1 de junio de 2015




                          LA VIDA NACE Y SE NUTRE EN FEMENINO
                       
                                  Y SE CONSTRUYE EN MASCULINO.


Según Robert A. Jhonson en su libro "Él", la mujer tiene el poder de educar, nutrir construir, destruir, restituir y moldear la incipiente capacidad emocional y femenina del futuro hombre.
Ese poder silencioso, desvalorado y sobretodo devaluado (pues directamente y a primera vista no es productivo ni competitivo a la hora de dar beneficios económicos), es inmensamente poderoso.
Pues dependiendo de su influencia, los hombres del futuro serán más o menos sensibles y emocionalmente capaces de cocrear en un mundo fácilmente destuctible y corruptible, si no se utiliza bien esa fuerza intangible que decanta la balanza de una vida, hacia un lado o hacia otro.  
Las mujeres nos quejamos de la pobreza emocional del hombre, sufrimos las primeras las consecuencias brutales de ello con agresividad y hasta violencia. Pero aun no somos conscientes de que solo en nuestras manos está el poder y la capacidad de transformar esa fuerza destructiva en otra constructiva y positiva no solo para nosotras sino para el mundo.
Criamos a nuestros hijos en prejuicios y en creencias opsoletas pero sobretodo les sobreprotegemos tanto que castramos su incipiente virilidad, cuando con ya más de diez años no los empujamos hacia brazos masculinos ( sean del padre o de otra figura cercana) para ser iniciados en el mundo masculino a los que solo ellos pertenecen y nosotras no. Las mujeres queremos pertenecer a su mundo y solo permitimos que entren en el nuestro cuando nosotras lo deseamos. ¿Es eso justo?
A los hombres casi les obligamos a interactuar en nuestro mundo femenino, feminizando su ya débil masculinidad, y encima les castigamos o les mostramos nuestra decepción cuando ellos intentan de vez en cuando, entrar en su masculinidad a través de compartir su escaso tiempo con otros hombres.

Nuestros hombres no van a ser más sensibles y emocionales porque los arrastréis hacia vuestras faldas o habléis mal o ridiculicéis a los padres de vuestros hijos delante de ellos. Al contrario, tan solo seguiréis alimentando el circulo vicioso ya existente.
Sin embargo si aprendéis a vivir sin su manto protector para lo que os interesa, porque sois tan o más hábiles que ellos mismos. Si educáis a vuestros varones desde la admiración y el orgullo masculino que sentís hacia sus padres, si les dejáis más a solas con sus padres u otros hombres que les den la imagen viril en la  que necesitan reflejarse (y que obviamente vosotras no podéis darles).
Entonces solo entonces empezaremos a disfrutar del poder viril creativo, solidario, fuerte y emocionalmente estable de unos hombres que habrán recuperado su profunda masculinidad.
Y así como habrán recibido de nosotras el buen alimento emocional, ellos nos lo devolverán construyendo un mundo más humano y menos material.

Margarita Basi.